El día de los enamorados es esa fecha en que, en pleno febrero, el romanticismo llega a su punto de ebullición cada año. El cine ha jugado un papel muy importante en la vida de todos aquellos que han disfrutado o sufrido por amor, a la hora de comparar o idealizar las maravillosas historias sentimentales que se han llegado a emitir en la gran pantalla.
Quién no ha llorado alguna vez al ver cómo, atrapados tras un semáforo, Meryl Streep y Clint Eastwood despiden su amor secreto con miradas que hablan. Los puentes de Madison es una de esas películas que marcaron época, y como ella otras nueve más ocupan un lugar en este ‘top ten’ de las diez ficciones románticas mejores de la historia.
Drácula, de Francis Ford Coppola
“No tenía que haber venido. Debo irme…¡Por favor, no me tengas miedo!…¡Eres el amor de mi vida!” precedía al famoso “he cruzado océanos de tiempo para encontrarte” en la escena de amor más mítica de esta fantasía de terror gótico.
Johnny Guitar
Con la frase “Miénteme. Dime que no me has olvidado en todos estos años. Dime que aún me quieres como yo a tí” la pantalla se llenó de un amargo romanticismo en el que Sterling Hayden, que interpreta a Johnny, instaba a su querida Joan Crawford, en el ‘film’ Vienna, a que olvidara los desplantes que le había hecho y le ayudara a vivir una realidad que sólo existía en su cabeza y en su corazón.
Los Puentes de Madison
No hubo final feliz, pero sí una de las historias de amor más intensas de la historia. Cuando Clint Eastwood (Robert Kincaid en la ficción) le dice aquel “creo que los lugares en los que he estado y las fotos que he hecho durante mi vida me han estado conduciendo hacia ti” a una Meryl Streep casada y con dos hijos, el mundo real se desvanece ante los ojos de aquella emigrante italiana llamada Francesca. Su despedida bajo la lluvia, en coche, ella con su marido al lado, las miradas a través del retrovisor, el semáforo en rojo que torna a verde y la camioneta de Robert que no se mueve, esperando a que ella se baje o le deje ir para siempre… emoción a flor de piel.
Love Actually
La escena de los carteles ha pasado a la historia, ya no solo del cine, sino de la humanidad, como una de las más conmovedoras habidas y por haber. Que el mejor amigo de tu recién estrenado marido se enamore de ti, y le pilles cuando ves que el vídeo que él mismo ha grabado de la boda consiste en planos de tu bello rostro, de tu cuerpo, de tus sonrisas, de tus movimientos… puede dar algo de miedo, pero en el caso de Keira Knightley (Juliet) no le queda más remedio que sonreír enternecida al ver cómo el pobre Chiwetel Ejiofor (Peter) se persona en su casa con un radiocasete y con ese “para mí eres perfecta” tan arrebatadoramente amoroso. Cosas de amores imposibles.
Mejor Imposible
Empezaron mal, pero acabaron juntos y enamorados. Y mira que Melvin Udall (Jack Nicholson) no lo puso nada fácil. Este escritor maniático, obsesivo y atormentado se ganó el corazón de Connelly (Helen Hunt) a fuerza de frases como “tú me haces querer ser mejor persona”.
Love Story
Una historia hermosa pero triste a la vez, en la que ese “amar es no tener que decir nunca lo siento” de Oliver Barrett IV (Ryan O'Neal) a Jenny (Ali MacGraw), refutó que el amor no conoce de procedencias ni de clases sociales.
El Diario de Noa
Otro clásico. Las lágrimas están aseguradas con esta ficción en la que ella, enferma de Alzheimer, recuerda con dificultad la maravillosa y eterna historia de amor que protagonizó junto a Noa, su marido, que le lee su diario cada día pese a que ella apenas le reconoce. “Quiero todo de ti, para siempre. Tú y yo, todos los días”, son algunas de las frases que Noah Calhoun (Ryan Gosling) y Allie Nelson (Rachel McAdams) se dedican en el largometraje.
Jeux d’enfants (Quiéreme si te atreves)
Con fuertes colores, ritmo acelerado, escenas surrealistas y ‘La vie en rose’ como banda sonora, esta película francesa enseña cómo de la amistad al amor hay sólo un paso y que la eternidad de los enamorados es la cosa más maravillosa que te puede pasar en la vida: “Y ya está, así es cómo lo ganamos todo. Juntos y felices. Y allí, sepultados bajo el hormigón, por fin pudimos compartir nuestro sueño de infancia: el sueño de un amor sin fin”. Un ‘juego de niños’ en el que su “¿capaz o incapaz?” derivó en un final más que interpretable.
Notting Hill
Aquí la particularidad es que ella es la que toma las riendas y le declara su amor a un tímido pero enternecedor William (Hugh Grant). Anna Scott (Julia Roberts), la estrella de cine más reputada del momento, se queda prendada de un propietario de una tienda de libros ubicada en el popular barrio londinense de Notting Hill. Con su “pero no olvides que soy una chica, delante de un chico, pidiendo que la quieran”, se metió en el bolsillo al inseguro William y a todos los espectadores que pudieron comprender lo difícil que es desarrollarse en el amor cuando eres toda una estrella mediática.
Desayuno con diamantes
No reflejan un amor típico, de hecho se pasan la mayor parte de la película peleándose. Holly Golightly (Audrey Hepburn) y Paul Varjak (George Peppard), vecinos por casualidad en la caótica ciudad de Nueva York, acaban ‘domándose’ mutuamente (más él a ella) dados sus caracteres fuertes y dominantes. Del odio al amor hay un paso, y en desayuno con diamantes queda muy claro.