El papa Francisco ha sorprendido este martes a todo el mundo con una nueva norma de conducta en lo que respecta a la conservación de las cenizas de los difuntos. La novedosa instrucción prohíbe que los seres queridos de los fallecidos esparzan sus cenizas en cualquier lugar y que las puedan conservar en su propio domicilio. Según el sumo pontífice, los restos de aquellos que sean incinerados ‘’deben mantenerse en un lugar sagrado’’, es decir, ‘’en un cementerio, una iglesia o una zona únicamente dedicada a tal fin por la autoridad eclesiástica competente.
La iniciativa pretende salir al paso de la introducción de nuevas prácticas, tanto de cremación como de sepultura, consideradas ‘’en desacuerdo con la fe de la Iglesia’’. La Congregación para la Doctrina de la Fe ha escrito un novedoso documento bajo el nombre de 'Instrucción Ad resurgendum cum Christo', donde destaca que aunque la Iglesia prefiere la sepultura de los restos mortales, la cremación es aceptada, pero con el inconveniente de que los seres queridos tienen prohibido esparcir las cenizas, incluso, se podrá impedir la celebración de los funerales en los casos en los que se decida no hacerlo.
Además, avisa que «en el caso de que el difunto hubiera dispuesto la cremación y la dispersión de sus cenizas en la naturaleza por razones contrarias a la fe cristiana, se le han de negar las exequias».
Para la Iglesia no es cristiano arrojar las cenizas al campo, al mar o al río, ni conservarlas en urnas en casa. La Santa Sede lo justifica aportando los siguientes motivos: «La conservación de las cenizas en un lugar sagrado puede ayudar a reducir el riesgo de sustraer a los difuntos de la oración y el recuerdo de los familiares y de la comunidad cristiana. Así, además, se evita la posibilidad de olvido, falta de respeto y malos tratos, que pueden sobrevenir sobre todo una vez pasada la primera generación, así como prácticas inconvenientes o supersticiosas», manifestó.
David Batalla Bernabeu