miércoles, septiembre 25, 2024
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Enfermedades como el cáncer y el alzheimer podrían estar relacionadas con la manera de cocinar

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Sanidad ha hecho saltar las alarmas con una campaña que, bajo el lema «elige dorado, elige salud», pretende poner frente al espejo una realidad que, posiblemente, no se le haya pasado a nadie por la cabeza. Se trata de una tendencia alcista a freir u hornear demasiado los productos que cocinamos. Fundamentalmente ocurre con los hidratos de carbono y aquellos que contienen almidón.

Por eso, y por el riesgo que conlleva, el ministerio y la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición se han conjurado para impulsar una campaña con la que concienciar a la sociedad de que, cuando se cocina algo en el horno, en una tostadora o en la sartén, no hay que calentarlo más allá de lo estrictamente necesario y nunca superando los 120 grados; porque, de lo contrario, la reacción química da lugar a una elevadísima concentración de acrilamida, sustancia altamente nociva.

«Cuando horneamos, tostamos o freímos en exceso alimentos como patatas fritas, bollería, pan o productos empanados, se producen concentraciones elevadas», subrayan desde la agencia a tenor de un peligro comprobado no en humanos todavía, pero sí en animales por medio de ensayos. Por lo que cocinar los alimentos con agua, al vapor o en el microondas se ha convertido en las alternativas que más aconsejan los investigadores.

Unas consencuencias que desde hace meses se vienen recalcando y que obligaron a Sanidad a auspiciar una normativa que entró en vigor el pasado abril. Consiste en un incipiente reglamento, común para toda la Unión Europea, donde se alude a la acrilamida como un contaminante y donde se insta a su control en la cadena alimentaria. Además, quienes deben estar especialmente vigilantes son sectores como el de la restauración.

Medidas que vienen a probar la preocupación que existe entre los expertos, más aún cuando el resultado de otra investigación -en este caso estadounidense- es también demoledor. Concluye que la acrilamida puede causar daños neurológicos irreversibles, por lo que la pérdida de memoria -similar al alzheimer- podría ir de la mano, en parte, con esta sustancia.

 

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