lunes, noviembre 25, 2024
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Valencia imparte el único posgrado de España sobre adicción al juego

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Mariano Chóliz, catedrático de Psicología Básica en esta universidad, es el director del curso pionero que, bajo el nombre de «Adicción al juego y otras adicciones comportamentales», aborda el problema desde planteamientos filosóficos, sociológicos, económicos y jurídicos, al tiempo que se incide en las nuevas modalidades adictivas, especialmente el juego ‘online’.

En una entrevista, Mariano Chóliz afirma que no hay «una forma de jugar saludable» porque el juego de azar, «en si mismo, es potencialmente adictivo» y tiene «efectos devastadores», especialmente en las personas más jóvenes.

Chóliz también dirige la Unidad de Investigación de Juego y Adicciones Tecnológicas de la Universidad de Valencia, que tras aplicar en la población escolar un programa de prevención denominado Ludens, concluyó que la mitad de los menores de entre 15 y 18 años había apostado dinero alguna vez en su vida.

Además, reveló que el 12 % lo hacía de forma regular -entre una y dos veces al mes-, especialmente en apuestas deportivas, según el experto, que alerta de que el juego activa los mismos circuitos cerebrales de recompensa que las drogas y la patología que genera es muy similar: intolerancia o síndrome de abstinencia.

Por sexos, la mayoría de los menores jugadores son hombres y una minoría son mujeres, afirma este experto, para añadir que, aunque no son mayores de edad, existen muchas páginas ilegales a las que pueden acceder con otros DNI e incluso en «minicasinos» como salones de juego y salas de apuestas no se exige esa documentación para entrar.

Marta Marcos, psicóloga sanitaria y técnico de investigación de la Unidad, asegura que les «preocupa muchísimo» la gente joven, a la que quieren trasladar el mensaje de que la apuesta «no es normal y, además, conlleva una serie de riesgos que derivan en trastornos mentales».

«Los jóvenes pueden llegar a tener un problema muy grave y las familias tiene que tener conciencia de que realmente esa actividad puede ser devastadora para su salud por cuestiones biológicas en ese periodo de la adolescencia», afirma Marcos.

Según Chóliz, se considera una ludopatía cuando el jugador «pierde el control de su propio comportamiento, cuando empieza a jugar para recuperar las pérdidas o siente malestar y tiene que interrumpirlo porque se ha quedado sin dinero».

«El adicto al juego no tiene dinero, lo que tiene son deudas y una forma patológica de relacionarse con el juego», afirma el catedrático, quien considera que la ludopatía es una «emergencia social» e incluso puede considerarse una «epidemia».

Respecto al perfil del ludópata, señala que, aunque la mayoría son hombres, en el caso de la mujer «una vez tiene el problema, se desarrolla más rápidamente y puede llegar a ser más grave porque le preocupa la estigmatización» que supone esa adicción.

Destaca la importancia que tiene el registro de autoexclusión, donde se incluyen voluntariamente aquellos que no quieren entrar a un bingo o casino, un «recurso terapéutico muy útil», en opinión de este experto.

La Unidad ha creado una guía clínica para el tratamiento de la adicción -que presentará este mes ante el Plan Nacional sobre Drogas- donde se indica que la terapia debe ser individualizada y cognitivo-conductual. El objetivo es enseñar a los afectados a no jugar y a cambiar sus actitudes hacia el juego.

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