La muerte del joven extutelado la dio a conocer el colectivo Hourria, que ayuda a personas inmigradas, y la recogió en su edición de el domingo El Periódico.
La Generalitat ha lamentado «profundamente» la muerte de este joven, sin familia conocida en su país de origen y que estuvo unos meses, desde mayo, tutelado por la DGAIA.
El joven, que llegó a Barcelona como menor no acompañado y sin pasaporte, tuvo que someterse a las pruebas médicas que determinaron que tenía más de 18 años, por lo que tuvo que dejar el centro de protección de menores en el que estaba, aunque la Generalitat contactó con compatriotas suyos para que le acogieran y con los que convivía actualmente en Igualada.
Según el colectivo Hourria, el joven «tuvo un viaje migratorio duro como todos los chicos, sobre todo los subsaharianos, y lleno de valentía para como mínimo encontrar una vida mejor en Europa».
«Omar consiguió llegar a la soñada Europa y ser ‘protegido’, bajo un techo, con comida y educadores, por la vulnerabilidad en la que lo situaba su edad y el hecho de venir sólo y no conocer un país extraño», explica Hourria en un comunicado.
Como Omar llegó sin pasaporte tuvo que someterse a unas pruebas de determinación de la edad, cuestionadas por Hourria «por su margen de error, basadas en pruebas radiológicas de niños de EEUU de los años 30, hace 89 años, y de persones europeas, no subsaharianas, y por racistas».
El colectivo Hourria ha denunciado que «Omar no vino aquí para tirarse de un puente, nadie cruza media África y casi toda España para tirarse por un puente. Omar era valiente, pero cuando llegó al final de su viaje se encontró solo, o no lo suficientemente acompañado, para asumir una realidad injusta, racista y deshumanizada».
«La criminalización de los chavales nos esta llevando a unos extremos de deshumanización intolerables. Nos llegan niños y devolvemos a la calle, enfermedad mental, cárcel, miedo..», señala el colectivo en alusión a la problemática en que se encuentran los menores tutelados cuando cumplen 18 años y dejan de estar tutelados por la Generalitat.
«Se llamaba Omar, tenía toda una vida por delante, y entre todos lo matamos», concluye el comunicado de Hourria.