El pasado 31 de octubre regresó a su tierra natal procedente de Mozambique, pues desde el año 2013 se había dedicado a viajar a países con severos conflictos como ‘freelance’, así como a cubrir historias de todo tipo vinculadas a aquellos más subdesarrollados.
Estuvo en Oriente Medio, Centroamérica, África y en el sudeste asiático. Y, entre tanto, sacó tiempo para publicar la novela de intriga y memoria «Fálame do silencio» (Xerais), su ópera prima.
L. Orosa, durante años corresponsal de la Agencia EFE en A Coruña y amante confeso de los libros, siempre contaba que se había hecho periodista para ser él quien contase historias, tal y como daba cuenta en su web.
«Comencé a viajar por el mundo en busca de gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas. Gente que puede cambiar el mundo. O quizás oscurecerlo aún más. Porque el periodismo encuentra en la escala de grises el espacio para ser lo que soñó ser: una ventana desde la que mirar y entender», expone en el texto que dedica dar información personal sobre él.
Desde 2013 el periodista contó las ausencias de la posguerra iraquí y el conflicto kurdo, la muerte de lenguas milenarias o el genocidio de la minoría ‘rohinyá’ en Birmania; o trató de entender por qué en Guatemala la sociedad camina mirando hacia atrás. En los últimos tiempos, se movió por el Cuerno de África.
«Escribo reportajes y crónicas. O cualquier cosa que mi abuelo habría podido llamar cuentos», concluía en su portal.