La investigación, que ha publicado hoy la revista ‘Nature Genetics’, es, según sus autores, el primer paso para comprender los efectos secundarios a largo plazo y así poder optimizar los tratamientos contra el cáncer.
El trabajo, que ha liderado la investigadora Núria López-Bigas, jefa del Laboratorio de Genómica Biomédica y profesora asociada de la Universidad Pompeu Fabra, ha caracterizado por primera vez las alteraciones genéticas y han calculado la toxicidad en los genes causada por seis terapias usadas comúnmente para el tratamiento del cáncer, cinco basadas en fármacos quimioterápicos, y una en radioterapia.
Las quimioterapias, que han revolucionado el tratamiento del cáncer, posibilitando la supervivencia de muchos pacientes, actúan dañando el ADN de las células cancerosas para destruirlas, pero también puede perjudicar a las células sanas del paciente y de ahí sus efectos secundarios.
«Es importante remarcar que las quimioterapias son muy eficaces en el tratamiento del cáncer», ha explicado Oriol Pich, estudiante predoctoral del IRB Barcelona, primer autor del artículo y que ha contado con una beca del Barcelona Institute of Science and Technology (BIST).
«No obstante, también se han descrito efectos secundarios a largo plazo en algunos pacientes. Estudiar las mutaciones producidas por las quimioterapias en el ADN de las células de los pacientes es un primer paso para comprender la relación de dichas mutaciones con los efectos secundarios de estas terapias a largo plazo», ha precisado.
Para hacer el estudio, los científicos del centro barcelonés obtuvieron de la Hartwig Medical Foundation de Holanda la secuencia de los genomas de tumores metastásicos de más de 3.500 pacientes y la información de los tratamientos que estos recibieron.
Empleando métodos bioinformáticos, el grupo de López-Bigas ha podido identificar para cada uno de los tratamientos más comunes, un patrón concreto en las mutaciones de las células de los pacientes tratados, una «huella mutacional» de las terapias, según los científicos.
«Una vez identificada esta ‘huella’ podemos cuantificar las mutaciones producidas por cada quimioterapia en el ADN de los pacientes, así como las producidas por combinaciones de tratamientos», ha detallado López-Bigas.
«Hemos comparado esta medida con las alteraciones genéticas debidas a procesos endógenos naturales de las células y hemos calculado que durante el tiempo de tratamiento algunas de estas quimioterapias causan alteraciones en el ADN a un ritmo entre cien y mil veces más rápido del que esperaríamos en una célula», ha concretado.
Según López-Bigas, este conocimiento permitirá optimizar los tratamientos contra el cáncer.
«El objetivo es maximizar los efectos beneficiosos de las quimioterapias mediante la destrucción de las células tumorales, al tiempo que se minimiza la cantidad de mutaciones inducidas en las células sanas de los pacientes. Esto se conseguiría con una equilibrada combinación de dosis y duración de tratamiento», ha señalado la científica.
El IRB ha destacado que esta investigación, financiada con fondos europeos, del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades y del Departamento de Empresa y Conocimiento la Generalitat, ha sido posible gracias a los pacientes y sus familiares que consintieron que muestras de sus tumores pudieran ser utilizadas para la investigación científica.