Este investigador del grupo de Ciberpsicología de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) ha asegurado que, según un estudio del Instituto Nacional de Estadística (INE) de hace menos de dos años, el 25 % de los niños españoles dispone de un teléfono móvil con acceso a internet antes de tener 10 años.
Además, el 75 % de los niños españoles ya tiene este dispositivo a los 12 años y el 95 % con 15 años, ha agregado, por lo que ha constatado que «la principal duda que tienen actualmente los padres no es cuándo comprar el teléfono, sino qué hacer para regular su uso una vez que sus hijos ya lo tienen».
Ha indicado que los teléfonos con acceso a internet ofrecen «grandes posibilidades de ocio y diversión, como lectura, comunicación y fotografía», pero ha alertado de que también implican «grandes riesgos».
Para lograr un uso responsable de los dispositivos móviles, ha abogado por establecer ciertas normas «básicas» que se deben «consensuar» con los hijos, como, por ejemplo, la firma de un contrato que regule su utilización y la instalación de determinadas aplicaciones, adecuadas a la edad de los niños y adolescentes.
Este experto considera fundamental que los padres controlen con quiénes comparten sus hijos información e imágenes, con el fin de evitar situaciones como el ciberacoso, el «sexting» (envío de mensajes de contenido sexual explícito) o el «grooming» (ciberengaño de pederastas para lograr la confianza de menores).
En este sentido, ha recalcado que los menores deben tener claro que solo pueden compartir información con sus amigos o compañeros de clase, y nunca deben atender solicitudes de amistad que les lleguen de desconocidos.
«Si nunca dejaríamos a nuestro hijo con un desconocido en la vida real ¿por qué le facilitamos una puerta a alguien que no conocemos a través del móvil?», ha reflexionado.
Ha insistido en que los padres no dan importancia a estas situaciones y el contacto de sus hijos con adultos desconocidos a través de los dispositivos móviles es más frecuente de lo que se cree.
Otra opción es instalar un sistema de control parental, pero siempre que se haga «para ayudar y propiciar hábitos, no para espiar, castigar y supervisar en mal sentido porque, entonces, lo que hace este programa es la labor que deben desempeñar los propios padres», ha añadido.
González-Cabrera ha sugerido a los padres instalar programas que desconecten los aparatos móviles de sus hijos a partir de una hora determinada para evitar que su uso les robe horas de sueño y descanso.
El uso del teléfono debería regularse como cuando se le dejan las llaves de casa a un adolescente, ya que se pierde la confianza «si hace alguna trastada o lleva a casa a quien no debe», ha explicado.
«Igual que la televisión no es un sustituto de los padres, el móvil tampoco va a ser una buena cuidadora, aunque aún no haya estudios que lo confirmen. Los niños necesitan que sus padres le presten atención, jueguen con él y le estimulen cognitivamente», ha precisado.
Además, muchos padres no son precisamente un «buen modelo» sobre el que se fijen sus hijos en relación al uso del teléfono móvil que, a su juicio, ha «invadido de forma casi cancerígena la convivencia familiar».
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