En su carta dominical del próximo domingo, titulada «¿Cómo cuidamos a nuestros abuelos?», Planellas afirma que «la crisis sanitaria de la covid-19 nos ha hecho darnos cuenta del sufrimiento de muchos abuelos en nuestros geriátricos».
«Sin ánimo de generalizar y sin menospreciar el altruismo de instituciones y de determinadas fundaciones -algunas de ellas religiosas-, hay que constatar que muchas residencias han nacido como un simple negocio. Incluso los medios han publicado que hay algunas que pertenecen a fondos llamados buitre, que cotizan en bolsa y ahorran todo lo que pueden en los cuidados», escribe el arzobispo.
Según Planellas, «la crisis sanitaria que hemos vivido y que ha golpeado sobre todo a nuestros mayores, ha significado también que algunos de ellos murieran literalmente abandonados».
«Otros han muerto solos en una cama de hospital, sin el calor de ningún familiar, mimados sólo por una máquina y, en el mejor de los casos, por algún sanitario que, además de hacer bien su trabajo, practicaba las obras de misericordia», señala el prelado.
En su reflexión, el arzobispo recuerda que «hace unos años se escucharon argumentaciones que decían que las residencias eran unos espacios ideales donde la gente mayor iba porque prefería tener la vida solucionada, la comida a punto y la cama arreglada…, pero hemos descubierto que, en muchos casos, no era así».
«De hecho, -añade- a la hora de la verdad, nuestra sociedad opulenta y del bienestar, ligada al mismo tiempo a una bajada de la natalidad, a una cultura urbana y la emancipación de las generaciones jóvenes, ha ido rompiendo el ciclo natural de la solidaridad generacional, ruptura que ha comportado en ocasiones confinar en geriátricos a nuestros mayores, después de haberles exprimido».
Aunque el arzobispo reconoce que «se trata de un tema muy delicado», critica implícitamente a aquellas familias que ingresan a sus mayores en una residencia «aunque tengan buena movilidad de cuerpo y de cabeza (…) para conseguir un mayor grado de una mal llamada ‘libertad'».
El arzobispo de Tarragona denuncia que, en estos casos, «se recluye a la persona mayor, sin la libertad de poder vivir con sus familiares más jóvenes y sin poder aportar ese asesoramiento y consejo, fruto de la sabiduría y la experiencia acumulada con los años».
«Conviene hacer todos juntos una revisión profunda de la situación de nuestros mayores. Necesitamos recuperar el ciclo de solidaridad entre nuestros abuelos, padres e hijos, y no dejarlos simplemente mal aparcados en un arcén de nuestros geriátricos», sentencia Planellas, que recuerda que Platón ya escribió en su obra ‘La República’ que «es en la vejez cuando el ser humano desarrolla más plenamente sus virtudes morales, como la prudencia y la sabiduría».
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