Los médicos, que han publicado este hallazgo en la revista Obstetrics & Gynecology, han señalado que aún es necesario continuar haciendo seguimiento para entender en profundidad la relación entre los edemas detectados en los fetos y el SARS-CoV-2.
Los médicos de las Unidades de Medicina Materna y Fetal y de Cuidados Intensivos Pediátricos y los Servicios de Microbiología y de Enfermedades Infecciosas del Hospital Universitario Vall d’Hebron que han llevado a cabo el trabajo han recordado que algunas infecciones por virus, como el citomegalovirus o el virus de Zika, se asocian a problemas en el embarazo o a anomalías en el feto.
Sin embargo, en el caso del SARS-CoV-2, se desconoce aún el riesgo que supone la infección de la madre en el desarrollo del feto y por ello, para estudiar este riesgo, los investigadores hicieron seguimiento de 31 mujeres con COVID-19 que estaban embarazadas.
En dos de ellas (el 6,5 % del total) observaron edema de piel en el feto.
Uno de los casos fue una mujer con neumonía por COVID-19 en la que en la semana 23 de gestación observaron edema de piel en el feto, sin que aparecieran otras complicaciones.
La otra mujer fue diagnosticada con COVID-19 leve, que no requirió ingreso en el hospital, y en este caso el edema fetal apareció en la semana 21 de gestación.
En ambas mujeres, el edema fetal se mantuvo durante la enfermedad de la gestante.
«Vemos una correlación entre el edema y la infección por SARS-CoV-2 ya que cuando las mujeres se recuperaron de la COVID-19, el edema también desapareció y los fetos no tuvieron ninguna otra complicación», ha explicado Carlota Rodó, especialista de Obstetricia y Medicina Maternofetal del Hospital Vall d’Hebron e investigadora del Vall d’Hebron Instituto de Investigación (VHIR).
Para determinar si había infección de SARS-CoV-2 en los fetos, los investigadores realizaron test PCR del líquido amniótico y comprobaron si había factores relacionados con la inflamación, como la IL-6, pero en ninguno de los fetos se detectó infección por el virus y sus valores de IL-6 eran normales, independientemente del perfil inflamatorio de la gestante.
«Los resultados del estudio no son suficientes para concluir que el edema fetal es una complicación relacionada con la COVID-19», aunque, según Rodó, «es recomendable hacer un seguimiento de las gestantes infectadas por SARS-CoV-2 para entender el impacto que puede tener el virus en el feto».
AM