Una aspiración que cobra especial relevancia hoy 11 de febrero, proclamado en 2015 por la Asamblea General de las Naciones Unidas Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia con el fin de lograr el acceso y la participación plena y equitativa en la ciencia de este colectivo fundamental para la sociedad, alcanzar la igualdad de género y favorecer su empoderamiento.
La importancia de darle relevancia mundial
Elena Pita, directora de la Fundación Biodiversidad del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, recuerda que en un informe de Naciones Unidas realizado con motivo de los 25 años de la Declaración de Beijing se admite que «el fortalecimiento de la participación de las mujeres en la sostenibilidad ambiental es uno de los aspectos que han recibido menor atención a nivel mundial».
«Integrar la experiencia y el liderazgo de las mujeres en la toma de decisiones relativas al medioambiente es un aspecto clave para lograr una sociedad más igualitaria, en la que los beneficios de la transición ecológica y la recuperación verde sean iguales para todos», afirma Pita en declaraciones a Efe y añade que la igualdad de género y el empoderamiento de mujeres «conduce a unos resultados más equitativos, efectivos y sostenibles».
Mejora del interés entre las más jóvenes
En su opinión, «las mujeres son una fuente de conocimiento y experiencia sobre gestión del medioambiente», y por eso se muestra a favor de potenciar el interés de las niñas y adolescentes por la investigación e inculcarles «referentes femeninos en los que verse reflejadas» como las activistas e investigadoras Berta Cáceres, Vandana Shiva, Wangari Maathai, Jane Goodall o la actual líder juvenil Greta Thunberg.
Desde SEO/BirdLife, su directora ejecutiva Asunción Ruiz añade a la lista a Rachel Carson, conservacionista estadounidense que, a través de la publicación ‘Primavera silenciosa’ en 1962, «sacudió al mundo occidental» con su denuncia sobre los riesgos de la utilización masiva de productos químicos que, asegura, «debería servir para reclamar, reconocer y reunir a todo el ‘activismo’, todavía silencioso, de muchas mujeres a favor del desarrollo sostenible».
«Es absolutamente inaplazable abordar los dos grandes retos sociales ambientales de este siglo: el cambio climático y la pérdida de biodiversidad y, frente a ellos, prestar especial atención a los más vulnerables, las mujeres y los niños, y hacer que estén representados en todos los foros de participación y decisión y en todas las ramas de la ciencia», asegura a Efe Asunción Ruiz.
Ahora, la prioridad, el planeta
Y añade que las mujeres «han liderado la ética del cuidado, o el cuidado de la vida» y ahora «la vulnerabilidad del mundo natural debería ser nuestra prioridad» porque «la justicia social y ambiental deben defenderse juntas y la sostenibilidad de la vida está en juego».
Representatividad, reconocimiento y visibilidad son, para la directora de Campañas de Greenpeace, María José Caballero, «los ejes que deberían servir de referencia para futuros modelos que garanticen la igualdad de la mujer ante la ciencia», que ayuden a reconocer el papel de las científicas y demuestren «que la ciencia es un futuro posible para cualquier niña».
Según Caballero, diversos estudios ponen de manifiesto que las mujeres, los niños y las niñas son los más afectados por el cambio climático, sobre todo en los países subdesarrollados donde se encargan a menudo de trabajar la tierra, buscar agua y proporcionar el sustento familiar, lo que les convierte en los más perjudicados por las consecuencias de la degradación del medioambiente.
Pese a no sentirse discriminada como mujer ni profesional ni académicamente, la científica titular del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) y miembro del proyecto europeo Life-Invasaqua, Anabel Perdices, lamenta que la presencia femenina en «puestos de mando» del medioambiente sea mucho menor que la de los hombres y ello «en una de las especialidades de la ciencia donde en teoría hay más igualdad de género».
«Se ha mejorado pero falta muchísimo» manifiesta a Efe esta científica, partidaria de «potenciar los valores de la ciencia entre las niñas y cambiar los patrones sociales» con el objetivo de acabar con el modelo tradicional de roles femeninos y que las mujeres «podamos llegar a todo lo que nos propongamos».
Una meta que, asegura, «se consigue a través de la educación y dando más visibilidad a las mujeres en los puestos de poder, para acabar con el estereotipo de que la mayoría de los investigadores dedicados a la ciencia sean hombres».
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