El Mediterráneo es una de las regiones del planeta donde más se han secado los ríos desde la década de 1970 debido al cambio climático, que afecta al equilibrio hídrico del planeta porque influye en la cantidad de agua fluvial dependiendo de la región y la época del año, lo que potencialmente puede ocasionar más inundaciones o sequías.
Ésta es la conclusión principal de un estudio realizado por 17 investigadores pertenecientes a instituciones de Alemania, Australia, Austria, Bélgica, Canadá, China, Estados Unidos, Grecia, Japón, Suiza, Reino Unido y Vietnam, y publicado en la revista ‘Science’.
El flujo fluvial es un indicador importante de los recursos hídricos disponibles para los seres humanos y el medio ambiente. La cantidad de agua disponible también depende de otros factores, como las intervenciones directas en el ciclo del agua o el cambio de uso de la tierra. Si, por ejemplo, el agua se desvía para riego o se regula a través de embalses, o se despejan los bosques y se cultivan monocultivos en su lugar, esto puede tener un impacto en el caudal de los ríos.
Sin embargo, hasta ahora no se había investigado cómo ha cambiado el caudal de los ríos en todo el mundo en los últimos años utilizando observaciones directas. Del mismo modo, no se había aclarado si los cambios visibles en el ámbito mundial son atribuibles al cambio climático o a la gestión del agua y la tierra.
ENTRE 1971 Y 2010
Ahora, un equipo internacional de investigación liderado por la Escueta Politécnica Federal de Zúrich (ETH Zurich), de Suiza, ha logrado descomponer la influencia de estos factores tras analizar datos de 7.250 estaciones de medición en todo el mundo.
El estudio demuestra que el caudal de los ríos cambió sistemáticamente entre 1971 y 2010, cuando regiones como el Mediterráneo y el noreste de Brasil se volvieron más secas, mientras que el volumen de agua aumentó en otros, como Escandinavia.
«La pregunta real, sin embargo, se refería a la causa de este cambio», apunta Lukas Gudmundsson, autor principal del estudio y asistente principal del grupo dirigido por Sonia Seneviratne, profesora del Instituto de Ciencias Atmosféricas y Climáticas de ETH Zurich.
Para responder a esta pregunta, los investigadores llevaron a cabo varias simulaciones informáticas con modelos hidrológicos globales alimentados con datos climáticos observados entre 1971 y 2010. Los resultados de los cálculos del modelo coinciden estrechamente con el análisis del caudal del río observado. «Esto significa que las condiciones climáticas pueden explicar las tendencias observadas en los volúmenes de flujo», recalca Gudmundsson.
Después, los investigadores incluyeron la gestión adicional del agua y la tierra en sus simulaciones con el fin de estudiar la influencia de estos factores, pero ello no afectó al resultado. «Evidentemente, los cambios en la gestión del agua y la tierra no son la causa de los cambios globales en los ríos», sentencia Gudmundsson.
Aunque la gestión del agua y el uso de la tierra pueden resultar en grandes fluctuaciones locales en los volúmenes de flujo, investigar esto no estaba dentro del alcance del estudio, precisa Gudmundsson, que añade: «Para nosotros, no se trataba de tendencias locales, sino de cambios globales que se hacen visibles durante periodos más largos».
Ésta es la razón por la que los investigadores no consideraron los datos de estaciones de medición individuales de forma aislada, sino que los recopilaron en regiones subcontinentales más grandes para el análisis, lo que hizo posible identificar la influencia del cambio climático.
GASES DE EFECTO INVERNADERO
Los investigadores fueron capaces de justificar el papel del cambio climático utilizando el método de detección y atribución. Para ello compararon las observaciones con simulaciones de modelos climáticos, que se calcularon una vez con gases de efecto invernadero artificiales y una vez sin ellos.
En el primer caso, la simulación coincidía con los datos reales, pero en el segundo caso no lo hizo. «Esto sugiere que los cambios observados son altamente improbables sin el cambio climático», apunta Gudmundsson.
Este estudio es el primero en utilizar observaciones directas para demostrar que el cambio climático tiene una influencia globalmente visible en los ríos. «Esto sólo fue posible gracias a la gran colaboración entre investigadores e instituciones de 12 países», destaca Gudmundsson.
La recopilación de datos de las 7.250 estaciones de medición de todo el mundo también fue el resultado de un esfuerzo conjunto, pues los investigadores recopilaron los datos con socios de colaboración australianos en un estudio anterior. Estos datos representan ahora el conjunto de datos global más grande con observaciones de flujo de ríos disponibles hoy en día.
Estrella Digital