Daniel González Hevás es un joven madrileño con discapacidad física e intelectual que quiso ser torero. Las circunstancias se lo impidieron, pero él no abandonó su gran afición gracias a la «familia» que le acoge en la Asociación de Aficionados Prácticos Jesús Pérez ‘El Madrileño’.
Así lo explicó a Servimedia después de que ‘El Madrileño’ compartiera en las redes sociales un vídeo en el que se ve a Dani toreando con dos muletas, la ‘pañosa’ que usan los matadores de toros y la que le ayuda a caminar, pues tiene paraparexia epástica degenerativa.
«Para quienes no lo sepan, Daniel es alumno mío desde hace diez años, tiene una enfermedad degenerativa y a su vez el mejor trazo de muletazo que yo he visto a un aficionado. En su día toreaba solo, hoy le cuesta andar con muletas. Sus sueños le hacen vivir. Es un grande de la vida!», escribió Jesús Pérez en Twitter, junto a un vídeo que a las pocas horas sumaba miles de visualizaciones.
Jesús Pérez define a Dani como «un chaval extraordinario» y «una lección de vida para todos». «Con una enfermedad que va a peor, nunca le he visto hundido» y que para otros aficionados de la asociación les aporta un gran testimonio, la «lección de no rendirse y luchar por los sueños y la vida». «Le tenemos un cariño extraordinario», recalca el diestro de la capital.
‘El Madrileño’ conoce de primera mano cómo ‘lidiar’ con su pasión, las limitaciones físicas y los golpes de la vida. Después de haber llegado a abrir la puerta grande de la plaza de Las Ventas de Madrid tuvo que hacerse banderillero, escalafón en el que también brilló hasta que una cornada en Francia le obligó a retirarse. Un novillo le partió la cabeza del fémur. Muy a su pesar, explica a Servimedia, un tribunal médico le «jubiló» hace 14 años.
«La procesión va por dentro», asegura refiriéndose a sus ganas por torear y a las secuelas de aquel percance, que se deja ver cuando está más cansado. Sin embargo, animado por varios amigos, creó la asociación y les enseña a torear de salón al aire libre en la Casa de Campo, les instruye en el mundo taurino con visitas a ganaderías y organiza conferencias, suspendidas en los últimos meses por el Covid-19.
«Una vez vino a torear un hombre con discapacidad visual al que su mujer, en la misma situación, le había regalado un capote. He enseñado a personas sordas, a niños pequeñitos, abuelos de más de 70 años, hombres y mujeres y de diferentes nacionalidades, de Colombia, México, Ecuador, Francia, Rusia, Grecia…», relata Jesús Pérez.
TERAPIA EMOCIONAL
Si Jesús habla con cariño de Dani, en la casa de este joven madrileño de 28 años también hay mucho agradecimiento hacia el torero. Ramón es su padre y habla con emoción de que la labor que hace ‘El Madrileño’ es tan beneficiosa como las sesiones de fisioterapia a las que acude el chaval cada semana. «Es gente encantadora, le quieren un montón», asegura.
«El toreo de salón es para él una terapia a nivel emocional. Cuando le llevo con la asociación se siente bastante bien porque hace lo que le gusta», prosigue.
Para este taxista en pleno ERTE, las clases de toreo son una forma para que su hijo se socialice. «Sólo viene un amigo a casa de vez en cuando. Tiene estudios básicos, pero por su discapacidad no encuentra trabajo o si lo encuentra no puede desplazarse para mantener un empleo», lamenta. Aún así, Ramón resalta que Dani «siempre dice que todo está bien y que adelante».
Según su progenitor, la afición a los toros le viene de la abuela paterna, «porque de pequeño veía con ella los toros en la tele» y que su torero de referencia es el peruano Andrés Roca Rey. «Es un torero muy valiente y muy tirado para adelante», justifica Daniel mostrando su emoción por teléfono.
«No es por presumir, pero yo toreo normal. Desde niño he querido ser torero, pero por las cosas de la vida no se ha podido. Así que busqué lo de los aficionados», explica a Servimedia.
Su otra pasión, recalca, es el Real Madrid, pero lo que le hace sentir «muy a gusto» es torear. Por eso, recomienda la experiencia a otras personas: «Que tengan corazón y cabeza. Ser valientes y buenas personas, eso es lo primero».
Esas enseñanzas, añade Dani, se las ha transmitido Jesús Pérez ‘El Madrileño’, que desde «muy pequeñito» las recibió en la Escuela de Tauromaquia de Madrid, donde le enseñaban «a respetar a todos». «Una maravilla, en fin», concluye el joven.
Estrella Digital