Con esta publicación, que sale este jueves a la venta, Álvarez de Toledo (Madrid, 1974) ha enturbiado aun más las aguas en el PP, revueltas ya por la pugna entre la dirección nacional y Díaz Ayuso por el control del partido en Madrid.
La magnitud de sus críticas, que se ceban sobre todo con el secretario general del PP, Teodoro García Egea, le hace terminar el volumen, de más de 500 páginas, con un anuncio: no dejará el escaño en el Congreso.
Sería, dice, «la opción más fácil y vulgar», pero también la constatación de que su concepción de la política es imposible y por eso seguirá «como Cyrano de Bergerac, con la nariz bien alta y hasta el final».
Álvarez de Toledo denuncia su «cancelación a cámara lenta» y escribe desde la «inútil arrogancia de la ultratumba» porque dice que, pese a ser una «perdedora» sin «instinto de poder», ha ganado, como el Cid, batallas después de muerta, como que el Consejo General del Poder Judicial no se renueve como un intercambio de cromos.
CASADO, UN CAMALÉON DE EMPATÍA VARIABLE ACOSTUMBRADO AL ÉXITO
Critica a Casado por «bienqueda», «veleta» y «camaleón emocional». «Son tales sus ganas de caer bien que acaba adaptando su posición a la de cada uno de sus interlocutores, aunque estas sean incompatibles entre sí». Un problema porque «en cada viraje te dejas jirones de credibilidad».
Define al líder de su partido como un «wishful thinker», un voluntarista al que su primera derrota electoral, en abril de 2019, dejó «heridas psicológicas profundas», que le llevaron a un giro al centro y al perfil bajo.
«Tiene miedo». A la derecha, a la izquierda, a los medios, al que dirán. «Por agradar, muere», señala. Y le acusa de haber permitido que hicieran de ella una caricatura, con un «punto Calimero victimista» que le exasperaba.
EGEA, POLÍTICA DE «PELOTAS Y PELOTEO»
«Empeño obsesivo por un dominio despótico». Ejercer el poder de manera «despótica, teocrática, ‘teodocrática'». «La coba al jefe». Sonrisa Profident «y puñal». Bullying. Celos y recelos. Ambición «infantil y desatada». Exigencia de «adhesiones perrunas». «Valido con aspiraciones» o culpable de una subcultura de «peloteo» y «falsa lealtad basada en el terror». Necesidad de conservar la nómina.
Todas esas acusaciones y críticas hace Álvarez de Toledo contra Teodoro García Egea, con un apunte: «Al final un número dos es lo que decide un número uno».
La exportavoz parlamentaria culpa a García Egea de su destitución y de la campaña de «acoso y derribo» en su contra. Con filtraciones a los medios e incluso su particular «espía de la Stasi», la diputada Isabel Borrego.
LINCHAMIENTO PARA TENER UNA PORTAVOZ FLORERO
«El acoso interno me amargó», relata Álvarez de Toledo sobre lo que considera un «linchamiento» para apartarla de la portavocía. «Matonismo». Y «empujones» de García Egea y «suaves empujoncitos» de Casado, como el que la dejó fuera de la Comisión de Reconstrucción, el momento en el que supo que «estaba siendo destituida».
Dice que podría haber seguido de haber estado dispuesta a ejercer de «simpático y servil florero» y que esperaban de ella que dimitiera, que pareciera un «suicidio». Se negó y en agosto de 2020 fue destituida.
AYUSO, SIN MIEDO
Las críticas se vuelven elogios en el caso de la presidenta madrileña y su «liberalismo intuitivo y aguerrido». «La luz de la alternativa» estaba en Madrid. «No tenía miedo», dice sobre su papel de «líder nacional» en la pandemia.
Y se identifica con ella por su falta de complejos y las suspicacias levantadas en Génova. También a Ayuso le acusan, relata, de ir por libre y ser desleal. Cree que tras su salida la presidenta fue el «blanco único del fuego amigo» y que van en su contra por «celos, miedo y afán de control», aunque sea «suicida».
BARONES BLANDOS Y DIPUTADOS PALMEROS
Álvarez de Toledo también tiene críticas para quienes denomina como barones blandos: los presidentes de Galicia, Andalucía y Castilla y León, Alberto Núñez Feijóo, Juanma Moreno y Alfonso Fernández Mañueco. Dice que mediaron para que no fuese portavoz, como un pulso a un Casado al que «veían tierno, dubitativo y débil y con razón».
Es crítica también con el trato dado por la dirección del partido a los diputados: «representantes de la soberanía nacional reducidos a palmeros, y en el chat de diputados, a emoticonos de palmas».
BATALLA CULTURAL, AFINIDAD CON VOX EN VIOLENCIA MACHISTA Y CRÍTICAS A IGLESIAS
«Políticamente indeseable» es también una defensa de la batalla cultural frente a la izquierda, que Álvarez de Toledo hace calificando de «franquista» la Ley de Memoria Democrática o cuando defiende haber llamado en el Congreso «hijo de terrorista» a Pablo Iglesias.
Del exlíder de Podemos dice: Es «el único machista con el que me he cruzado en política».
Además, critica el identitarismo de Vox, pero ve «pertinente y valiente» la crítica a la ideología de género y considera una «incongruencia moral y un disparate estratégico» «demonizar» a quien te permite gobernar.
En el libro también hay críticas al exministro Jorge Fernández Díaz, cuyas «oscuras maniobras» le horrorizaban, o contra el líder de la patronal, Antonio Garamendi, y el empresariado español por «frivolidad, egoísmo y negligencia» ante el procés. Revela además que en 2014 rechazó una oferta de Albert Rivera para ser la candidata de Ciudadanos a la Comunidad de Madrid. EFE
María López