domingo, noviembre 24, 2024
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La crisis de la covid se une al estrés climático que afronta la acuicultura

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Esta es una de las conclusiones de un estudio liderado por la Universidad de Alicante (UA) y en el que también han participado otras instituciones académicas y de investigación de Valencia, Galicia e Italia que trata de analizar los efectos derivados de la pandemia en la acuicultura española en un escenario de factores estresantes propiciados por el cambio climático.

Sus autores, encabezados por los profesores de la UA Pablo Sánchez Jerez, del Departamento de Ciencias del Mar y Biología Aplicada de la Facultad de Ciencias, y Josep David Ballester, del Departamento de Física, Ingeniería de Sistemas y Teoría de la Señal de la Escuela Politécnica Superior, se centran en dos zonas de España como una mayor producción acuícola: Galicia y Comunidad Valenciana.

También realizaron su investigación a través de una encuesta web a productores de esta actividad.

Galicia ostenta la mayor producción de mejillón, con 255.514 toneladas en 2019, y la Comunidad Valenciana ha liderado en 2020 la de peces de aleta (exigua, dorada y lubina) en España, con 11.380 toneladas (27,8 % del total nacional). El sector de la acuicultura es importante en la provincia de Alicante (principalmente, en la bahía de Guardamar del Segura y El Campello) y la Región de Murcia.

Según el estudio, parece que los sistemas de acuicultura que producen menos impacto ambiental como la extensiva y la denominada acuicultura multitrófica integrada (conocida en sus siglas en inglés como IMTA) -la cría de distintas especies marinas en un mismo entorno, en la que se trata de reducir al máximo la cantidad de residuos vertidos al ecosistema- son «algo más resistentes» a la repercusión de la crisis de la covid-19 que la intensiva.

LA SALUD DE LOS ECOSISTEMAS, VITAL PARA LA ACUICULTURA

La acuicultura marina, un sector del que España es el principal productor en la Unión Europea (UE), «depende fundamentalmente de la calidad ambiental, de la salud de los ecosistemas», ha recalcado Sánchez Jerez en declaraciones a Efe.

Como medidas alternativas para garantizar la sostenibilidad ambiental y económica de la acuicultura, este experto propone, entre otras, «buscar especies que sean menos vulnerables a cambios de temperatura, como pueden ser los mugilidos (mujoles y lisas), o cultivar con sistemas cerrados de recirculación en tierra, conocidos como RAS», donde se pueden controlar las condiciones de crianza.

Igualmente, Sánchez Jerez sugiere que «se deben revisar los proyectos de planificación espacial de la acuicultura para delimitar las zonas que en un futuro van a sufrir en menor medida los efectos del cambio climático, para favorecer la adaptación del sector a las nuevas condiciones del medio marino».

El citado estudio expone que, al analizar los años previos a la crisis de la pandemia del coronavirus, se puede observar que el sector acuícola marino español «ya estaba bajo presión debido a multitud de factores estresantes, en parte derivados de los problemas del cambio climático».

Por ejemplo, la producción española de la lubina resultó muy afectada por el temporal Gloria en 2020 y su volumen de producción en 2021 fue un 25 % menor que el de 2019, año en el que se contabilizaron 27.335 toneladas, según datos de GLOBEFISH (unidad del Departamento de Pesca y Acuicultura de la FAO) facilitados por Sánchez Jerez.

A su vez, el rápido crecimiento de algas tóxicas causa impactos negativos en el sistema pelágico, lo que perjudica a la producción de mejillones, afirma la investigación.

UN AUMENTO DE LA TEMPERATURA PODRÍA DAÑAR LA SALUD DE LOS PECES

Con la llegada de la pandemia y las limitaciones asociadas al confinamiento y la movilidad, las empresas que operan en el sector sufrieron dificultades logísticas en el comercio, particularmente en relación con el transporte y las restricciones fronterizas, lo que condujo a una caída en las ventas de pescado fresco en España, estimada en un 30 % en la primera etapa de la crisis de la covid-19.

El trabajo en el que han participado la UA y las otras instituciones académicas constata que «el aumento de la temperatura hasta cierto límite favorece la producción acuícola, pero más allá del límite óptimo, el estrés metabólico causado por la temperatura afecta negativamente al crecimiento, el consumo de alimentos y/o la salud de los peces en cultivo».

Como reflexión general, Sánchez Jerez considera que «hay que reducir los efectos del cambio climático, generar medidas de adaptación y mitigación, y tomarse muy en serio que esto va a repercutir en muchas actividades productivas que dependen de las condiciones ambientales, como la agricultura, la ganadería y la acuicultura». EFE

 

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