viernes, noviembre 22, 2024
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El trasplante del pequeño Juan: «Tengo un trozo del hígado de papá»

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Prueba de la información biográfica

Con motivo del Día Nacional del Trasplante que se celebra este miércoles 30, el padre de Juan, Antonio, aún se emociona al relatar a Efe cómo cambio su mundo tras una revisión del bebé, cuando con solo mes y medio de vida se le detectó una atresia en las vías biliares que obstruía el paso de la bilis hacia el intestino y le colocaba en la lista de espera de trasplantes.

«No te lo esperas, fuimos al hospital por una hernia umbilical y le detectaron la atresia biliar. Le hicieron una cirugía de transición para evitar el trasplante que tenía un 50 % de éxito pero que, en su caso, no funcionó y eso nos encaminó, sí o sí, al trasplante» explica Antonio.

Aunque Juan estuvo casi dos meses en lista de espera, en paralelo los dos progenitores se sometieron al plan B: la donación en vivo y el padre resultó el más óptimo para la intervención.

«Se mezclan muchos miedos -admite Antonio-, quieres hacerlo porque es tu hijo y la profesionalidad de los médicos te anima, la talla de la sanidad española es bestial».

Y en ese escenario de empatía, Antonio confiesa que se quedó «enamorado» del médico que le operó y se lo dijo a él mismo: «Es como mi segundo padre».

SI NO PUEDES DONAR, LOS MÉDICOS PIDEN QUE NO TE SIENTAS CULPABLE

Antonio explica que los médicos son conscientes de que, en muchos casos, hay sentimientos contradictorios y explican que la decisión hay que tomarla sabiendo que tienes más hijos y pareja y si eres la única fuentes de ingresos y quedas «tocado» tras la intervención, comprometes la unidad familiar.

Por eso, en esa labor en la que se mezcla la psicología y la medicina, hay familias que no pueden donar porque solo trabaja el posible donante y si cae enfermo tras la operación, se quedan sin medios para subsistir, lo sopesan y optan por la lista de espera.

Y para que se tome la decisión en conciencia, los médicos quieren tener claro que el donante no se siente forzado, que conoce con detalle los riesgos de la operación e incluso las estadísticas, que afirman que, aunque muy bajo, hay un riesgo de fallecimiento.

Por tanto, si finalmente el posible donante desiste, los médicos le piden que no se sienta culpable y que su hijo se sume a la lista de espera para el trasplante, que es la primera opción.

Antonio admite que es un proceso impactante, pero al volver la vista atrás no se arrepiente de nada, y menos viendo lo bien que ha salido todo y que «el chaval está genial y este año empieza a ir al cole».

EL TRASPLANTE ES «MÁGICO» PERO TAMBIÉN UN PROCESO MUY DURO

En sus primeros años de vida, Juan ha tenido muchos ingresos. Sus padres evocan esa época y cuentan que los tres primeros, la mitad del tiempo el niño estuvo hospitalizado y con él su madre (Lola) que le acompañaba «24 horas, siete días» por lo que tuvo que dejar su trabajo.

El trasplante, dice Antonio, es un proceso «mágico» pero a la vez muy duro. Su hijo tuvo que ser reoperado y luego sufrió una infección bacteriana que le obligó a estar con antibióticos muy potentes e ingresado durante tres meses.

Los médicos también les dejaron claro que el trasplante no es una cura, el paciente queda con una enfermedad crónica y tiene que tomar medicación de por vida.

Pero lo relevante es que «pasas de no haber futuro a que el trasplante te conceda un futuro muy prometedor, y eso lo da la medicina y este país», añade.

LA DONACIÓN TE TRANSFORMA: «ME CUIDO MÁS Y ASUMO MENOS RIESGOS»

Desde que hace cinco años se sometió al trasplante de hígado, Antonio reconoce que se cuida más, sopesa todo y asume menos riesgos porque hay una dependencia muy fuerte que le ha cambiado la vida.

Antonio ya le ha contado a Juan que tiene un trocito de su hígado, y él lo entiende y lo asume con tranquilidad, no ha hecho del trasplante el centro de su vida, toma sus medicinas y lleva una vida normal.

Antonio, que tiene otro hijo (Miguel, de 11 años), admite que el vínculo con el pequeño es más especial y le ha desarrollado un sentimiento extra de responsabilidad que el que tiene frente al primero.

«Hay una dependencia que va más allá de las cosas prácticas, estoy entregado de una forma más incondicional que con el chaval mayor, que percibo más independiente», dice.

Y de cara al día nacional, Antonio no escatima mensajes a favor de la sanidad pública que «al menos para los niños es espectacular» y en España con los trasplantes un auténtico liderazgo.

También confiesa que cuando van a revisiones con cirujanos y hepatólogos, se nota la satisfacción de los profesionales ante la evolución del pequeño y subraya que desde que inició este proceso inesperado sabe que «forma parte de una gran familia». EFE

 

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