Olivia Alonso
Madrid, 30 jun (EFE).- La Ley española del matrimonio igualitario, la tercera que entró en vigor en el mundo y la primera que incluía la adopción, cumple 15 años siendo un referente en Europa y en Latinoamérica y habiendo permitido a más de 100.000 personas «alcanzar la dignidad y dejar de ser ciudadanos de segunda clase».
Así lo ha destacado a Efe Alejandro Alder, representante de la Federación Española de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales (Felgtb), quien considera que la aprobación de esta Ley el 1 de julio de 2005 en el Congreso de los Diputados supuso «un hito que cambió todos los esquemas que teníamos como sociedad».
Gema Segoviano y Ana Cabeza fueron las «primeras chicas» en casarse en Segovia y en toda la comunidad de Castilla-León. Lo hicieron el 9 de diciembre de 2005 (la ley entró en vigor el 3 de julio de ese año), viviendo una doble emoción «personal y social».
«No supuso solo que podíamos formalizar algo que buscábamos desde hacía tiempo y que legalizaba situaciones que nos eran ajenas, sino que nos permitió conseguir socialmente algo que creía inalcanzable», relata Cabeza, mientras Segoviano reconoce que su matrimonio le permitió «sentirse como cualquier otra pareja».
LA LEY
España fue el tercer país del mundo que aplicó una ley que regulaba los matrimonios entre personas del mismo sexo. Antes lo habían hecho Holanda y Bélgica y estaba vigente en algunas provincias de Canadá y en el Estado de Massachusetts (Estados Unidos).
Pero Alejandro Alder insiste en que fue la primera norma que incluyó la adopción y que muchos países de Europa y Latinoamérica han tenido como ejemplo la «estrategia española», que siempre ha contado con el apoyo de la sociedad civil, que ha respaldado las reivindicaciones y la consecución de los derechos del colectivo Lgtbi.
Reconoce que hubo un momento de crisis en la tramitación de la norma, a causa de la inclusión de la adopción, aunque «tampoco supuso un cisma» y subraya el papel jugado por PSOE e IU, que «estuvieron al pie del cañón al entender nuestras reivindicaciones».
También resalta el trabajo realizado por el expresidente de la Felgt Pedro Zerolo, que estaba en la Ejecutiva socialista en aquellos momentos, pero, sobre todo, el hecho de que el expresidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero «se creyera la ley».
Explica que durante su elaboración y tramitación se hizo una estrategia muy coordinada con todas las asociaciones provinciales de la Felgtb, así como se creó una red con agentes sociales, asociaciones de vecinos o movimientos feministas, lo que «nos ayudó a hacernos visibles porque para nosotros la máxima era que lo que no se ve, no existe».
«Hace 16 años ser Lgtbi en Salamanca, Toledo o Vigo no era lo mismo que serlo en Madrid, Barcelona y Las Palmas donde había otra realidad», por lo que, según Alder, hubo que hacer un trabajo arduo.
PRIMEROS MATRIMONIOS IGUALITARIOS
La primera boda entre personas del mismo sexo se celebró el 11 de julio de 2005, tan solo ocho días después de que entrara en vigor la ley. Fue en el Ayuntamiento madrileño de Tres Cantos, y Emilio Menéndez y Carlos Barturín fueron los contrayentes.
Cinco meses más esperaron Gema Segoviano y Ana Cabeza, aunque su intención era unirse en matrimonio en el mes de octubre, pero un problema con uno de los testigos originó el retraso.
«No fue del todo difícil» recuerda Segoviano, pese al «papeleo» que tuvieron que realizar e, incluso, una visita previa al alcalde de Segovia, Pedro Araguetes, en la que les trató «muy bien».
«Como en cualquier otro matrimonio civil», tuvieron que responder ante un notario sobre los motivos de su enlace para que quedara claro que no era por conveniencia y, como sus familias no aceptaban su situación, fue una boda pequeña y «discreta».
Se celebró en el Ayuntamiento de Segovia, asistieron los testigos y un grupo de «Mujeres y Teología». Las «novias» tuvieron su «lanzamiento de confeti» a la salida del consistorio y fueron aplaudidas por gente que se encontraba en la plaza.
El hecho sorprendió a Cabeza porque «estamos hablando de un entorno muy cerrado», así como también le resultó curioso que en el libro de familia pusiera «don y doña».
LA OPOSICIÓN DEL PP
Después de votar en contra de la aprobación de la norma en el Congreso, en septiembre de 2005 el PP presentó un recurso de inconstitucionalidad contra la ley, lo que abrió un proceso que el Tribunal Constitucional tardó en cerrar siete años, cuando ya se habían celebrado 22.000 matrimonios del mismo sexo en España.
Siete años en los que Gema Segoviano vivió «con un nudo en el estómago», por lo que revela que «cuando se acabó esa pesadilla» rompió a llorar «de la emoción y de toda la tensión acumulada».
En este sentido, Alejandro Alder manifiesta que la actual directora general de Diversidad Sexual y Derechos Lgtbi, Boti García, que estaba entonces en la Ejecutiva de la Felgtb, le advirtió de que «había que tener muchísimo cuidado porque los avances en derechos humanos existían, pero también el peligro de retroceder».
Palabras que volvieron a la cabeza de Alder cuando el PP presentó un recurso que sentó muy mal al colectivo porque «estaban recurriendo contra sus familias y derechos».
Lamenta también que la «sociedad más rancia y la extrema derecha» siempre ponga al colectivo Lgtbi en el objetivo de su diana y critica la «hipocresía institucional que hay en las estructuras de los partidos más conservadores, que votan en contra de nuestra dignidad, pero luego hacen uso de nuestras leyes».
LA NORMALIZACIÓN
Segoviano y Cabeza reconocen que 15 años después la gente sigue recibiendo con curiosidad el hecho de que se presenten como «mujer y mujer», aunque en el pueblo segoviano de Encinillas, al que llegaron en 2006 cuando tenía 80 habitantes, hacen «una vida muy normal» y son conocidas como «las chicas».
Cabeza ha sido vicepresidenta y presidenta de la Mancomunidad de Municipios del Eresma y teniente de alcalde entre 2011 y 2019 del pueblo, lo que le ha permitido casar a varias parejas de chicas y chicos, «varios de ellos extranjeros».
Critica que en la actualidad siga sin ser fácil decir en «los trabajos» que eres lesbiana y recuerda que ella no pudo cogerse los 15 días por matrimonio que establece la ley «porque donde estaba trabajando me echaban a la calle en aquella época».
Ambas creen que aún queda mucho por hacer para que la diversidad se acepte con normalidad y abogan por la educación como herramienta para el cambio, a través de una asignatura de educación afectivo sexual seria en los institutos.
Aunque indican que esas charlas se deberían dar «más a los padres y las madres que están por los 40 o 50 años, ya que les cuesta mucho aceptar una diversidad a la que la gente joven está más abierta». EFE
oli/ros
Estrella Digital