Mónica Collado.
Valencia, 31 ago (EFE).- Ropa en buen estado, pañuelos bordados con iniciales, cintas curativas e incluso una cartilla de vacunación son algunos objetos encontrados en la Fosa 111 del cementerio de Paterna (Valencia) entre los restos de 150 fusilados, algunos de ellos semimomificados y en elevado estado de conservación.
El camposanto de Paterna es el primero en que hay constancia de un fusilamiento tras la Guerra Civil (el 3 de abril de 1939) y el segundo con más fusilados en la posguerra; sus más de setenta fosas comunes con 2.238 restos de represaliados le ha erigido como «el paredón» de España y símbolo de la lucha por la memoria histórica.
En la fosa 111 se esperaba recuperar restos de 150 fusilados de diferentes municipios de la provincia de Valencia como Albaida, Gandia, Oliva, Ontinyent, Sagunt, Torrent y Valencia, aunque también les constan dos de Madrid.
Los últimos trabajos de exhumación sobre el terreno, que han concluido este lunes tras casi cuatro meses, han sacado a la luz las tres sacas -cada grupo de gente sacado de la cárcel para fusilar- que se esperaba, con 50 cuerpos cada una, correspondientes a fusilados los días 27 de marzo de 1940, 6 abril de 1940 y 1 de mayo de 1940.
Tras el «parón y ralentización» por la pandemia, la exhumación se inició el pasado 13 de mayo y según cuenta a EFE el codirector arqueológico de la empresa ArqueoAntro, encargada de los trabajos, Alex Calpe, una vez normalizado «y con mascarillas y la protección necesaria», se ha terminado «al ritmo normal».
Con 150 cuerpos, la Fosa 111 se ha convertido en la «fosa abierta más grande» de la Comunitat Valenciana, al superar las 144 víctimas que se hallaron en la Fosa 115, comenta Calpe, quien explica que como es habitual han encontrado «cuerpos tirados y amontonados en espacios reducidos y signos de violencia».
«Lo particular ha sido en la última saca, que es la primera que entra en la fosa, que corresponde a fusilados del 27 de marzo del 40: estaban en un elevado estado de conservación, algunos incluso semimomificados, lo que hace que cuesten más de limpiar pero que tengamos más información», resalta.
La práctica totalidad de esos cuerpos conserva toda su ropa cuando lo habitual es encontrar «un botón, una cremallera o restos de tela muy residual».
Sin embargo, en esta última saca se han hallado prendas típicas de vestir, pañuelos bordados con iniciales, una especie de cartilla de vacunación con un nombre e, incluso, «uno llevaba una cinta de tela que se ponía en el cuerpo con fines curativos».
«Una vez se ha terminado la fase de campo, hay que empezar a hacer la investigación», apunta Calpe, que detalla que habrá que ver si las iniciales de los pañuelos o el nombre de la cartilla coincide con la relación de fusilados que tienen.
Además, el hecho de tener una descripción de la ropa que llevaban y haber hallado las prendas «prácticamente completas», junto a otros objetos, ayudarán a confirmar su identificación y «poder hablar con las familias si llegara el caso».
Dos semanas después de empezar las labores de excavación, que se iniciaron a «puerta cerrada», recuerda Calpe, la Fosa reveló bajo la cal la primera docena de cuerpos de los 150 represaliados que se espera encontrar.
Tras tres meses y medio y haber excavado este nicho cuadrangular de unos dos por dos metros a unos a 5,20 metros de profundidad -en la fosa 128, con 117 cuerpos, se bajó a 6,5 metros-, las últimas labores de campo de ArqueoAntro serán la limpieza de los últimos cuerpos y tapar la fosa.
A partir de entonces habrá que hacer una revisión del material y un informe preliminar, aunque según Calpe «la gran conclusión de datos» y el inicio de las pruebas de ADN «llegará el año que viene». EFE
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