España está viviendo un preocupante aumento del 70% en la tasa de incidencia de COVID-19 en el ámbito de la Atención Primaria. Del 21 al 27 de agosto, los registros indican un crecimiento de 76,8 a 130,2 casos por cada 100.000 habitantes.
La situación ha llevado a un notable aumento en la demanda de pruebas de antígenos, en parte, debido a la aparición de las variantes Pirola y Eris. Sin embargo, es alentador observar que las cifras aún son menores en comparación con el mismo periodo del año anterior, que registró una tasa de 153,05.
El Instituto de Salud Carlos III, mediante su informe de Vigilancia centinela de Infección Respiratoria Aguda, ha monitorizado la evolución del virus semanalmente en territorio español. Este estudio destaca la vulnerabilidad de la población mayor de 64 años. En solo una semana, las hospitalizaciones en este grupo han aumentado de 2,6 a 3,2 por cada 100.000 habitantes, representando un crecimiento del 18,75%. Si retrocedemos hasta junio, el contraste es aún más notorio, con un aumento del 527% desde una tasa inicial de 0,51.
Los datos se vuelven aún más críticos al analizar el segmento de la población de 80 años en adelante. Aquí, se registran 56,4 hospitalizaciones por cada 100.000 habitantes, con una alta concentración en los de 89 años o más.
El rastreo del virus ha sido exhaustivo en España. Hasta ahora, se ha secuenciado el 98% del SARS-CoV-2 detectado, identificando principalmente las variantes BA.2.75 y XBB.1.5, ambas relacionadas con la variante Ómicron. En Atención Primaria, las variantes más comunes son XBB.1.5, BQ.1 y BA.5, siendo XBB.1.5 y XBB.1.5-like+F456L las más prevalentes en las últimas semanas.
Finalmente, la Organización Mundial de la Salud ha clasificado a la variante XBB.1.5-like+F456L, que abarca sublinajes como EG.5, EG.5.1, FL.1.5.1 y XBB.1.16.6, como una «variante de interés», un hecho que subraya la necesidad de mantener la vigilancia y adaptar las medidas sanitarias correspondientes.