Investigadores del Instituto de Investigación Médica St Vincent (IVS) de Melbourne, Australia, han realizado un avance científico significativo al demostrar que un fármaco comúnmente recetado para la artritis reumatoide puede suprimir la progresión de la diabetes tipo 1. Este hito se logró a través del primer ensayo mundial en humanos, liderado por el profesor Thomas Kay del IVS, cuyos resultados fueron publicados en el ‘New England Journal of Medicine’.
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El fármaco en cuestión, llamado baricitinib, ha demostrado de manera segura y eficaz preservar la producción de insulina en personas diagnosticadas con diabetes tipo 1, cuando se administra en los primeros 100 días después del diagnóstico. Este hallazgo representa un paso adelante en la búsqueda de tratamientos modificadores de la enfermedad para esta condición.
El profesor Kay explica que al diagnosticar la diabetes tipo 1, aún hay un número considerable de células productoras de insulina, y el objetivo era evitar que el sistema inmunitario continuara destruyéndolas. La investigación demostró que el baricitinib es seguro y eficaz para frenar la progresión de la enfermedad en las etapas iniciales.
Lo más emocionante es que este tratamiento innovador podría ser administrado en forma de comprimido, marcando un cambio significativo en la forma en que se aborda la diabetes tipo 1. Hasta ahora, las personas con esta enfermedad dependían de la insulina administrada mediante inyecciones o bombas de infusión.
El profesor Kay enfatiza que el ensayo mostró que, cuando se administra con suficiente antelación y mientras los participantes continúan con la medicación, se preserva la producción de insulina. Aquellos que recibieron el fármaco necesitaron considerablemente menos insulina para su tratamiento.
La diabetes tipo 1 es una enfermedad autoinmune de por vida que impone una carga significativa tanto para los diagnosticados como para sus familias. Este nuevo enfoque terapéutico podría cambiar radicalmente la gestión de la enfermedad, reduciendo la necesidad de una monitorización meticulosa y de la administración constante de insulina.
La profesora Helen Thomas, responsable preclínica del ensayo, se muestra optimista sobre la disponibilidad clínica de este tratamiento, considerándolo un cambio fundamental en el control de la diabetes tipo 1. Este descubrimiento podría representar una mejora sustancial en la calidad de vida de aquellos afectados por esta enfermedad crónica.