Un avance revolucionario en la lucha contra el cáncer de mama ha sido presentado por el Instituto de Investigación del Cáncer (ICR) de la Universidad de Londres. Un grupo de científicos ha descubierto un método que permite predecir recaídas del cáncer de mama meses, e incluso años, antes de que se manifiesten clínicamente. Este hallazgo promete abrir nuevas vías para estrategias terapéuticas que podrían combatir el cáncer recurrente en sus fases más tempranas.
La investigación se centró en el análisis de muestras de sangre en busca de ADN tumoral circulante (ctDNA), liberado al torrente sanguíneo por las células cancerosas. A través de esta técnica, los científicos fueron capaces de identificar a todas las pacientes que, más adelante, experimentarían recaídas. La detección de niveles muy bajos de cáncer en la sangre, conocida como enfermedad residual molecular, fue clave en este proceso.
Los esperanzadores resultados de este estudio fueron presentados el pasado 2 de junio en la convención anual de la Sociedad Americana de Oncología Clínica (ASCO), celebrada en Chicago, Estados Unidos. Este tipo de cáncer es uno de los más comunes entre las mujeres en España y, a menudo, puede permanecer en el cuerpo después de tratamientos como cirugías y quimioterapias sin ser detectable por los medios actuales. Son precisamente estos restos los que pueden provocar recaídas años después del tratamiento inicial.
Los científicos analizaron muestras de 78 pacientes con diferentes tipos de cáncer de mama, recolectadas en distintos momentos: en el diagnóstico antes de la terapia, tras el segundo ciclo de quimioterapia, después de la cirugía, cada tres meses durante el primer año, y posteriormente cada seis meses durante los siguientes cinco años. Los resultados mostraron que la detección de ctDNA en cualquier momento desde la cirugía en adelante se asociaba con un alto riesgo de futura recaída y, en general, con una peor supervivencia.
La enfermedad residual molecular se detectó en las once pacientes que sufrieron recaídas. El tiempo medio para la recaída clínica en este grupo fue de quince meses, lo que supone un incremento de tres meses respecto a los test actualmente en uso para todos los tipos de cáncer de mama. Ninguna de las sesenta pacientes a las que no se les detectó ctDNA sufrió recaídas durante el seguimiento, y hubo tres pacientes en las que se detectó este marcador, pero no padecieron recaídas en el periodo del estudio.
Los investigadores utilizaron una biopsia líquida ultrasensible para detectar la presencia de pequeñas cantidades de ADN canceroso que quedan en el cuerpo tras el tratamiento del cáncer de mama en etapa temprana. Los hallazgos sugieren que, al identificar a los pacientes con mayor probabilidad de recaer, se podría desarrollar una nueva estrategia terapéutica donde el tratamiento comience mucho antes de que la enfermedad sea visible en un escáner.
“Las células del cáncer de mama pueden permanecer en el cuerpo después de la cirugía y otros tratamientos, pero puede haber tan pocas de estas células que sean indetectables en las exploraciones de seguimiento. Estas células pueden provocar que las pacientes con cáncer de mama recaigan muchos años después de su tratamiento inicial”, explicó Isaac García-Murillas, primer autor del estudio e integrante del Grupo de Oncología Molecular del ICR.
Este avance supone un paso significativo hacia una mejor monitorización y tratamiento del cáncer de mama, proporcionando una herramienta poderosa para evitar que la enfermedad avanzada e incurable se desarrolle y se haga visible.