En total se agrupan 130 piezas realizadas a lo largo de siete décadas (están fechadas entre 1913 y 1971), que se podrán visitar hasta el 16 de enero en dos sedes zaragozanas: el Museo Goya y el Patio de la Infanta.
El hilo conductor son los cien grabados de la ‘Suite Vollard’, un encargo que el marchante Ambroise Vollard hizo al pintor en 1930 y que supone una «primicia» en Zaragoza, ya que hasta el momento no se había mostrado al completo.
Además de la famosa serie, cedida por Fundación Bancaja, la muestra incluye diez óleos -como ‘El pintor y la modelo’ o ‘Mousquetaire à la pipe’- y el conjunto ‘Venti pochoirs originali’, una veintena de obras que el artista comenzó a realizar a su llegada a París, a principios del siglo XX, y que se caracterizan por esta técnica que permite superponer planos y cambiar perspectivas.
Esta gran muestra, que Fundación Ibercaja ha agrupado en sus dos sedes más emblemáticas con motivo del 275 aniversario del nacimiento de Goya, también reúne obras procedentes de los museos Thyssen- Bornemisza, Centro de Arte Reina Sofía, Picasso de Barcelona, ARTIUM Museoa, la Colección Telefónica, la Colección del Banco Sabadell y diferentes coleccionistas particulares.
Para el director general de Fundación Ibercaja, José Luis Rodrigo Escrig, Goya es un «referente cultural y de identidad», por lo que este año la Fundación Ibercaja ha traído a la capital aragonesa esta exposición vertebrada en torno a la ‘Suite Vollard’, «la serie más famosa del arte moderno».
«Es una suerte poder admirar aquí a uno de los maestros de la historia del arte a través de sus obras, que hacen un recorrido por distintas etapas de su vida, desde su juventud hasta la ancianidad», ha continuado Rodrigo Escrig, quien ha estado acompañado en la presentación por la directora del Museo Goya, Rosario Añaños, y por la comisaria, Marisa Oropesa.
La comisaria coincide con los críticos en que Picasso en su época ya fue como una suerte de «youtuber», ya que «iba describiendo día a día casi punto por punto qué es lo que estaba haciendo».
«Fue una persona que quiso conectarse con la realidad de sus días. Era un apasionado de todo lo que hacía; él decía que solo pintaba lo que amaba, si no lo amaba, no lo podía pintar, fuera una taza o un bodegón», ha descrito.
Así, en el Museo Goya pueden verse 61 grabados agrupados en torno a los temas del estudio del escultor y el Minotuaro, donde ya muestra parte de lo que se verá más tarde en el célebre ‘Guernica’.
«El Minotauro quizás sea la parte más autobiográfica de la suite. Hay que pensar que él conoce a Marie-Thérèse Walter en el año 27 y se hacen amantes. Hay un momento muy duro, según él, la década más dura, que son los años treinta», ha relatado la comisaria sobre esta época en la que pintó la ‘suite’ y en la que se estaba separando de Olga Jojlova.
Fueron sin embargo sus «pulsiones amorosas» la que hicieron que llegara a ser «más creador que en ninguna otra década», llegando a producir hasta cuarenta grabados en dos meses.
En ellos plasmó temas como los toros, el circo, las mujeres o su admiración por los maestros del arte (Rembrandt aparece en cuatro grabados). Estos motivos, junto con otras obras que dan testimonio de la vida de creador o presentan momentos de intimidad, se pueden contemplar en la segunda sede de la exposición, el Patio de la Infanta.
Como ha señalado la comisaria, a Picasso, que era «consciente de que iba a ser un pintor para la eternidad», le hubiera fascinado que sus obras formaran parte de la celebración de 275 aniversario de otro genio, Francisco de Goya. Por algo, cuando Picasso llegó a París, le bautizaron como ‘le petit Goya’. EFE
A.M.