viernes, noviembre 22, 2024
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La pareja «ideal», rota en puertas de sus bodas de plata

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La decisión de la infanta Cristina y de Iñaki Urdangarin de “interrumpir la relación matrimonial” supone la separación de una pareja que fue considerada ideal tras su boda el 4 de octubre de 1997 y que tras permanecer unida durante el encarcelamiento del exdeportista, ahora queda rota en puertas de sus bodas de plata.

“Me parece muy bien, porque a ella le parece muy bien”, fueron las palabras que empleó el rey Juan Carlos sobre el noviazgo de su hija con el entonces jugador de balonmano de la selección española cuando hicieron su presentación oficial ante la prensa en el Palacio de la Zarzuela el 3 de mayo de 1997.

Una pedida de mano en la que la infanta confesó que de su prometido le gustaban “muchas cosas, como su forma de ser”, aunque admitió que era “muy difícil definirlo”.

Fueron en los Juegos Olímpicos de Atlanta celebrados en el verano de 1996, en los que Urdangarin ganó la medalla de bronce, cuando la infanta le conoció y entablaron una amistad que derivaría en matrimonio al año siguiente.

Barcelona se engalanó de flores para homenajear a la pareja en su “sí, quiero” ante todas las miradas de la prensa internacional, entregada a la relación de ensueño entre ambos.

La capital catalana se convirtió en el punto de encuentro de la realeza mundial, puesto que más de 300 representantes de 40 casas reales acudieron a la boda, transmitida por televisión.

En un día de sol espléndido, recorrieron en un Rolls descubierto varias calles y avenidas de la ciudad ante los vítores de más de 200.000 personas que acudieron a saludar a los recién casados.

En Barcelona establecieron su residencia y nacieron sus cuatro hijos: Juan Valentín (1999), Pablo Nicolás (2000), Miguel (2002) e Irene (2005).

Una semana antes del enlace, el rey Juan Carlos les concedió el título de duquesa de Palma como reconocimiento a su hija y su esposo y al vínculo de la familia real con la ciudad mallorquina.

Urdangarin fue jugador del equipo de balonmano del Barcelona hasta 2000, cuando se retiró tras disputar sus terceros juegos olímpicos en Sidney después de conquistar 53 títulos.

Avalado por su brillante trayectoria, en 2001 fue elegido miembro del Comité Olímpico Español y en 2004, vicepresidente primero hasta 2005.

Licenciado en Administración y Dirección de Empresas, el exjugador buscó nuevos horizontes y fundó la consultora Nóos, que a la postre sería el detonante de su desvinculación y la de la infanta con la familia real.

Ante las primeras sospechas en febrero de 2006 de que Nóos estaba haciendo negocios sospechosos, Urdangarin abandonó la institución a instancias de la Casa del Rey y pasó a trabajar como consejero en Telefónica.

Primero en España y, a partir de 2009, en Washington, adonde se trasladó con la infanta y sus hijos, que hasta entonces residían en un palacete de Pedralbes, una de las zonas más caras de la ciudad condal.

Durante su estancia en Estados Unidos fue cuando el juez José Castro empezó a investigar los negocios de Nóos.

En noviembre de 2011, tras el registro de la sede de la entidad, el Palacio de la Zarzuela apartó a Urdangarin de las actividades oficiales por su falta de ejemplaridad.

De Washington, el matrimonio y sus hijos se mudaron a Ginebra en 2013, en pleno escándalo por la investigación judicial.

“Cualquier actuación censurable de personas con responsabilidades públicas debe ser juzgada y sancionada con arreglo a la ley (…) La justicia es igual para todos”, dijo en el discurso de Nochebuena de 2012 Juan Carlos al referirse a su yerno.

Durante el juicio, la infanta cerró filas con su marido y estuvo a su lado en todo momento.

“Confío plenamente en él y en su inocencia”, aseveró Cristina de Borbón, quien fue absuelta, mientras que Urdangarin fue condenado a cinco años y diez meses de prisión, por lo que se convirtió en el primer miembro de la familia del rey en estar entre barrotes.

Su entrada en la cárcel de mujeres de Brieva (Ávila) en junio de 2018 no alteró la relación y la infanta se mantuvo junto a él, lo que se interpretó como un reforzamiento de su matrimonio.

Además de las visitas a la prisión, Cristina de Borbón y su marido se dejaron ver juntos en los permisos que él tenía y que disfrutaba en Vitoria, donde comenzó a trabajar en marzo en el bufete de abogados.

En el despacho, fue donde conoció a Ainhoa Armentia, la mujer con la que fue fotografiado paseando de la mano y que ha desencadenado la separación. 

Estrella Digital

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