sábado, noviembre 23, 2024
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El secreto mejor guardado de la familia real española: Alejandra

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Los periodistas David Fernández y José María Olmo publican el próximo 8 de mayo el libro ‘King Corp.’ (Libros del K.O.), una obra de investigación que desvela activos, negocios, amistades y hasta una hija secreta del Rey emérito. El Confidencial ha prepublicado un capítulo.

Según publican, desde hace décadas, la monarquía española ha mantenido en secreto la existencia de una cuarta hija de Juan Carlos I, fruto de una relación extramatrimonial con una aristócrata. Aunque la identidad de la mujer se mantiene en el anonimato, se sabe que se llama Alejandra, está casada y tiene un hijo.

A pesar de que la noticia ha sido conocida por los inquilinos del Palacio de la Zarzuela, la familia real ha mantenido la ficción de que el matrimonio de Juan Carlos I y la reina Sofía seguía siendo idílico.

Juan Carlos I y la madre de Alejandra se conocieron cuando ambos eran jóvenes. Compartían amigos y pasión por la caza. El Rey había tenido otras amantes y tuvo muchas más después, pero su relación con la progenitora de su cuarta descendiente fue especialmente omitida.

La hija secreta del rey emérito llegó al mundo a finales de los setenta, principios de los ochenta. Se llama Alejandra, está casada, tiene un hijo y nunca ha reclamado ningún tipo de derecho sucesorio.

En el artículo cuentan que la hija no reconocida de Juan Carlos I nació en una familia de aristócratas bien conectada con el poder y nunca sufrió estrecheces económicas. La prensa se hizo eco del acontecimiento, pero nadie expresó ninguna sospecha. Fue cumpliendo años con los privilegios propios de una familia de la nobleza. Aunque llegó a la adolescencia sin saber quién era su padre, siempre tuvo otro en casa.

Un secreto a voces

La existencia de Alejandra habría sido confirmada por tres personas cercanas a la familia real. La primera es una examante del Rey emérito, a la que este confesó la paternidad de la joven. Posteriormente, esa expareja recibió la misma información de otras personas del entorno del monarca. El segundo es un empresario con el que Juan Carlos I comparte amistad desde hace seis décadas, que conoce la historia y que ha visto al Rey y a Alejandra interactuando con la naturalidad con la que lo harían cualquier padre e hija. Y la tercera fuente es un antiguo novio de Alejandra, a quien esta también reconoció su vínculo con la familia real.

Alejandra
‘King Corp. El imperio nunca contado de Juan Carlos I’, de José María Olmo y David Fernández, publicado por Libros del K.O.

El miedo a la inestabilidad institucional

El pacto de silencio que se ha mantenido durante décadas se debe a la preocupación por la estabilidad institucional. Juan Carlos I temía que su hijo Felipe VI conociera a su hermanastra y los dos se enamoraran sin saber que eran familia. Por ello, cuando Alejandra fue finalmente informada de que su padre era el rey de España, se produjo un discreto acercamiento.

Indican que entonces, el jefe del Estado intentó compensar la falta de reconocimiento oficial con afecto y otras muestras de generosidad, aunque nunca la trató como a sus otros tres hijos.

Una víctima colateral

Quienes la han tratado creen que es una víctima colateral de las miserias de la Zarzuela. Por razones de Estado, se hizo mayor sin sentir el cariño de su verdadero padre. Con el paso de los años, la confidencia rebasó los muros del Palacio y empezó a ser compartida por el Rey con su círculo de amistades. Contaba que era una buena chica, muy inteligente y preparada. Parecía orgulloso de ella, aunque tampoco daba muchos detalles, asegura El Confidencial.

En la cúspide del poder, Alejandra terminó convirtiéndose en un secreto a voces, pero las élites firmaron un pacto de silencio para continuar la ficción de que el matrimonio de Juan Carlos I y la reina Sofía, sobre el que pivotaba la democracia española, seguía siendo idílico. La prioridad era la estabilidad institucional y que esta no se viniera abajo por una relación furtiva.

El imperio económico oculto de Juan Carlos I

La existencia de Alejandra no solo ha sido ocultada por razones de Estado, sino también por las implicaciones económicas que conllevaba. Ayudar financieramente a una hija no reconocida implicaba disponer continuamente de fondos en efectivo que pudieran circular por España sin dejar rastro en apuntes contables. La detección de alguna de esas transferencias habría puesto al descubierto automáticamente su relación con Alejandra. Algo parecido ocurría con sus amantes secretas, a las que también agasajaba con regalos y dinero.

Kings Corp. El imperio nunca contado de Juan Carlos I

En el imperio de Juan Carlos I, que abarca desde Panamá hasta Suiza pasando por los países árabes del golfo Pérsico, nunca se pone el sol ni, lo que es más importante, se acaba la liquidez. 

King Corp. sigue los pasos del dinero, como mandan los cánones del periodismo de investigación, sin olvidarse de recrear la atmósfera corrupta de una época y un país. En este sentido, King Corp. es un bestiario de las élites españolas que se hicieron (aún más) ricas y poderosas a la sombra del rey; una crónica negra (con un inevitable fondo rosa) por donde desfilan narcos, abogados suizos y traficantes de armas (entre otros); y un manual de instrucciones para guiarse por el laberinto de escándalos financieros y procedimientos judiciales que amenazaron con sentar en el banquillo a un rey por primera vez en la historia de España.

Es también el relato minucioso y vibrante de la connivencia social, judicial y política que permitió al jefe del Estado acumular centenares de millones de euros en paraísos fiscales, usar el patrimonio del Estado en beneficio propio y jugar con los servicios de inteligencia como si fuesen sus soldaditos de plomo.  

Además de dotar de contexto y de textura narrativa a muchas informaciones publicadas de forma fragmentaria en los últimos años, José María Olmo y David Fernández revelan activos, colaboradores y episodios del inmenso conglomerado económico de Juan Carlos I que habían permanecido ocultos hasta ahora, tras acceder en exclusiva a documentos bancarios, correos electrónicos y fotografías, así como a testimonios de banqueros, empresarios, trabajadores de la Zarzuela, militares, miembros de los servicios secretos, amigos íntimos y examantes de Juan Carlos I.

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