El ex primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson, visitó a la Reina Isabel II en el palacio de Balmoral el 6 de septiembre de 2022, para dimitir formalmente de su cargo. Aquella reunión privada, que sería una de las últimas audiencias oficiales de la monarca, se produjo solo dos días antes de su fallecimiento, el 8 de septiembre.
Fallece la Reina Isabel II de Inglaterra
La reina se mantuvo firme hasta el final
Johnson, quien actualmente está escribiendo sus memorias, ha revelado detalles de la conversación que mantuvo con la soberana durante ese encuentro. A pesar de que Isabel II se veía pálida y presentaba hematomas visibles en las manos, su mente seguía clara y aguda, como ella misma le aseguró al ex primer ministro. La reina explicó que, a pesar de su enfermedad (cáncer de huesos), se sentía capaz de seguir cumpliendo con sus responsabilidades hasta el final de sus días.
Una despedida sin amargura
En su relato, Johnson se sorprendió por la calma y falta de tristeza con la que la reina enfrentaba sus últimos momentos. «No tiene sentido la amargura», recuerda que le dijo la soberana, una lección de vida que el político considera digna de admiración. En un contexto político tan tenso como el de su dimisión, la claridad de pensamiento de Isabel II dejó una profunda impresión en él. «Si todos en la política —y en la vida— pudieran ver eso tan claramente como ella, el mundo sería un lugar mucho más feliz», reflexiona Johnson.
El cáncer que nunca se hizo público
Aunque oficialmente se informó que la reina falleció mientras dormía, la causa de su enfermedad nunca se confirmó públicamente. Sin embargo, se rumoreó que padecía cáncer de médula ósea, según reveló Gyles Brandreth en su biografía sobre la monarca. Esta enfermedad, que suele afectar a personas mayores, provoca dolor de huesos, especialmente en la pelvis y la espalda baja, síntomas que coinciden con los problemas de salud que la reina enfrentó en sus últimos años.
El legado de Isabel II
A los 96 años, Isabel II murió en Balmoral, su residencia predilecta, un lugar donde siempre quiso pasar sus últimos días. A pesar de sus problemas de salud, la reina continuó cumpliendo con sus deberes hasta el final, un testimonio de su dedicación y compromiso con el Reino Unido y la monarquía británica.