Se reproduce a continuación el discurso íntegro del Rey Felipe VI en su tradicional mensaje navideño de Nochebuena, un discurso en el que el monarca ha apelado al «consenso» para que los ciudadanos «recuperen la confianza en nuestras instituciones» y en el que ha hecho múltiples referencias al «bien común» por encima de disquisiciones políticas.
«Buenas noches y gracias por permitirme acompañaros unos instantes, en una noche tan especial de encuentro y celebración, que os deseo, junto a la Reina, la princesa Leonor y la infanta Sofía, que sea feliz y tranquila.
Esta Nochebuena me gustaría referirme primero, y seguro que me entendéis, a la terrible DANA que hace casi dos meses golpeó con inusual fuerza varias zonas del Este y Sur de España, especialmente en Valencia.
Las personas que perdieron la vida y los desaparecidos merecen todo nuestro respeto y no debemos olvidar nunca el dolor y la tristeza que han dejado en sus familias.
«Todos deberíamos poder sacar las enseñanzas necesarias que nos fortalezcan como sociedad y nos hagan crecer»
Miles de personas vieron cómo lo que hasta hacía poco era su pueblo, su barrio, su trabajo, su casa, su negocio, su escuela… quedaban reducidos a escombros o incluso desaparecieron. Un hecho difícil de asumir, pero del que todos deberíamos poder sacar las enseñanzas necesarias que nos fortalezcan como sociedad y nos hagan crecer.
No debemos olvidar nunca aquellas primeras imágenes de la riada que todo lo arrasó; los rescates de personas, algunas enfermas, ancianas o agotadas, que trataban de salir de sus coches o se refugiaban en tejados y azoteas.
También vimos a quienes abrían sus casas para acoger a los más vulnerables oponiendo a la fuerza implacable del agua y del lodo la fuerza abrumadora de la solidaridad y de la humanidad.
Vecinos, voluntarios, equipos de Protección Civil, bomberos, Cuerpos de Seguridad, Fuerzas Armadas, ONG y también empresas que organizaron colectas y donaciones movilizando incluso su personal y maquinaria.
«Hemos comprobado y entendido la frustración, el dolor, la impaciencia, las demandas de una coordinación mayor y más eficaz de las Administraciones»
La ayuda y la colaboración de todos está propiciando que, poco a poco, las más de 800.000 personas afectadas recuperen paulatinamente en su vida cierto grado de normalidad, y que en el medio y el largo plazo quede igualmente atendido, para asegurar realmente la recuperación.
Esa solidaridad, en su sentido más puro y más apegado a lo concreto, la hemos reconocido, día tras día, en el trabajo ingente de voluntarios anónimos y de servidores públicos. Y también hemos comprobado y entendido la frustración, el dolor, la impaciencia, las demandas de una coordinación mayor y más eficaz de las Administraciones.
Porque todas esas emociones, las que conmueven y reconfortan, y las que duelen y apenan, surgen de una misma raíz: la conciencia del bien común. La expresión del bien común. O la exigencia del bien común.
Por encima de eventuales divergencias y desencuentros, prevalece en la sociedad española una idea nítida de lo que conviene, de lo que a todos beneficia, y que por eso tenemos el interés y la responsabilidad de protegerlo y reforzarlo. Es algo que la Reina y yo hemos podido constatar, y valorar aún más, a lo largo de esta década de reinado.
«El consenso en torno a lo esencial debe orientar siempre la esfera de lo público»
Es responsabilidad de todas las instituciones, de todas las Administraciones Públicas, que esa noción del bien común se siga reflejando, y con claridad, en cualquier discurso o cualquier decisión política.
El consenso en torno a lo esencial, no sólo como resultado, sino también como práctica constante, debe orientar siempre la esfera de lo público. No para evitar la diversidad de opiniones, legítima y necesaria en democracia, sino para impedir que esa diversidad derive en la negación de la existencia de un espacio compartido.
Es en ese acuerdo en torno a lo esencial desde donde debemos abordar los asuntos que nos preocupan y que nos afectan a todos de maneras diferentes en nuestra vida colectiva.
La creciente inestabilidad internacional, el clima en el que se desarrolla con frecuencia nuestro debate público, las dificultades en el acceso a la vivienda o la gestión de la inmigración son cuestiones, entre otras, que merecen nuestra atención y que también quiero abordar esta noche.
«Las migraciones pueden derivar, sin la gestión adecuada, en tensiones que erosionen la cohesión social»
La inmigración es un fenómeno complejo y de una gran sensibilidad social que responde a causas diversas. Sin los movimientos de población a lo largo de la historia no podrían explicarse las sociedades del presente, que son sociedades abiertas e interconectadas.
Siendo por lo tanto una realidad cotidiana, las migraciones pueden derivar, sin la gestión adecuada, en tensiones que erosionen la cohesión social.
El esfuerzo de integración que corresponde a todos, el respeto también de todos de las leyes y normas básicas de convivencia y civismo, y el reconocimiento de la dignidad que todo ser humano merece son unos pilares que deben guiar a la hora de tratar la inmigración.
Sin olvidar nunca la firmeza que requiere la lucha contra las redes y las mafias que trafican con personas. La manera en que seamos capaces de abordar la inmigración, que también precisa de una buena coordinación con nuestros socios europeos, así como con los países de origen y tránsito, dirán mucho en el futuro sobre nuestros principios y la calidad de nuestra democracia.
«Es importante que los actores implicados se escuchen unos a otros y que sea ese diálogo el que conduzca a soluciones que faciliten el acceso a la vivienda en condiciones asumibles»
Otro asunto que preocupa, sobre todo a los más jóvenes, es la dificultad para acceder a una vivienda. Las ciudades, en especial las grandes urbes, actúan como polos de crecimiento y generan una demanda que la oferta no alcanza a satisfacer.
Es importante de nuevo que todos los actores implicados reflexionen, se escuchen unos a otros, que se examinen las distintas opciones y que sea ese diálogo el que conduzca a soluciones que faciliten el acceso a la vivienda en condiciones asumibles.
En especial para los más jóvenes y los más desprotegidos, pues ésta es la base para la seguridad y el bienestar de tantos proyectos de vida. Y realmente podemos hacerlo.
«Europa, la idea de Europa, es una parte esencial de nuestra identidad compartida»
Nuestra vida se ve afectada también por un escenario exterior cada vez más complejo y cambiante, incluso convulso.
Vemos cómo, con demasiada frecuencia, se cuestiona el Derecho Internacional, se recurre a la violencia, se niega la universalidad de los Derechos Humanos o se pone en duda el multilateralismo para afrontar los desafíos globales de nuestro tiempo, como son las crisis climáticas y medioambientales, las pandemias, la transición energética o el comercio y la escasez de los recursos naturales.
Vemos también, incluso, cómo se llega a discutir la misma validez de la democracia como sistema de Gobierno.
En este contexto, España y los demás estados miembros de la Unión Europea debemos seguir defendiendo con convicción y con firmeza, junto con nuestros socios internacionales, las bases de la democracia liberal, de la defensa de los Derechos Humanos y de las conquistas en bienestar social sobre las que se asienta nuestro gran proyecto político.
Porque Europa, la idea de Europa, es una parte esencial de nuestra identidad compartida, del legado que debemos a las generaciones venideras, en un mundo necesitado de actores fuertes y cohesionados, pero, sobre todo, de conductas inspiradas en principios y valores. Y ahí, Europa sigue siendo nuestra referencia más valiosa.
«La Constitución de 1978» es «nuestra gran referencia» y «el acuerdo en lo esencial fue el principio fundamental que la inspiró»
Y si miramos hacia dentro, nuestra gran referencia en España es la Constitución de 1978. Su letra y su espíritu. El acuerdo en lo esencial fue el principio fundamental que la inspiró.
Trabajar por el bien común es preservar, precisamente, el gran pacto de convivencia donde se afirma nuestra democracia, se consagran nuestros derechos y libertades, pilares de nuestro estado social y democrático de derecho.
A pesar del tiempo transcurrido, la concordia de la que fue fruto sigue siendo nuestro gran cimiento. Cultivar ese espíritu de consenso es necesario para fortalecer nuestras instituciones y para mantener en ellas la confianza de toda la sociedad.
«Es necesario que la contienda política, en ocasiones atronadora, no impida escuchar una demanda de serenidad»
Un pacto de convivencia se protege dialogando. Ese diálogo con altura y generosidad que debe siempre nutrir la definición de la voluntad común y la acción del Estado.
Por eso es necesario que la contienda política, legítima pero en ocasiones atronadora, no impida escuchar una demanda aún más clamorosa, una demanda de serenidad. Serenidad en la esfera pública y la vida diaria, para afrontar los proyectos colectivos o individuales y familiares, para prosperar, para cuidar y proteger a quienes más lo necesitan.
La reciente reforma del artículo 49 de nuestra Constitución, referido a las personas con discapacidad, es un buen ejemplo de lo que podemos lograr juntos.
«No podemos permitir que la discordia se convierta en un constante ruido de fondo»
Y no podemos permitir que la discordia se convierta en un constante ruido de fondo que impida escuchar el auténtico pulso de la ciudadanía.
Me lo habéis oído decir muchas veces y me gustaría volver a repetirlo: España es un gran país. Una nación con una historia portentosa, pese a sus capítulos oscuros. Y modélica en el desarrollo democrático de las últimas décadas, derrotando incluso el acoso terrorista que tantas víctimas causó.
Un país con un presente que, pese a lo mucho que nos queda por hacer, por ejemplo en materia de pobreza y exclusión social, resulta prometedor al observar el comportamiento de nuestra economía en términos, entre otros, de crecimiento, empleo o exportaciones. Y en nivel general, de nuestro bienestar social.
«El futuro radica principalmente en nuestra juventud, la juventud que se prepara para acceder con energía al mercado de trabajo, pese a las cifras de paro juvenil»
Y ante el futuro, creo sinceramente que los españoles tenemos un enorme potencial que nos debe infundir esperanza, tanto en el plano nacional como en la escena internacional.
Ese futuro radica principalmente en nuestra juventud, la misma que ha hecho brillar nuestro nombre en los Juegos Olímpicos y Paralímpicos; en la última Eurocopa; la que emprende pese a las dificultades y la que está a la vanguardia de nuestra ciencia.
La juventud que respeta a nuestros mayores y su valiosa experiencia. La que, con más empeño, exige avances en materia de igualdad. La que se prepara en nuestros colegios, institutos, universidades, centros de Formación Profesional… para acceder con energía al mercado de trabajo, pese a las cifras de paro juvenil.
Sobre la DANA: «Que las ayudas lleguen a todos los que las necesitan»
La juventud, en fin, que busca oportunidades y supera los obstáculos a base de mérito y esfuerzo. Pero, sobre todo, la que nos ha llenado de orgullo acudiendo en masa para dar lo mejor de sí en las calles de los pueblos afectados por la DANA.
Con este espíritu de trabajo y de compromiso por lo que es de todos, por el bien común, termino mis palabras y vuelvo al principio. Vuelvo a todos los municipios y comarcas afectados por las riadas, en muchos de los cuales aún queda tanto por hacer.
Donde es tanta la necesidad de los vecinos, que deja pequeños todos los esfuerzos, aún sin perder la esperanza.
Que la solidaridad que nos ha unido en los momentos más difíciles siga presente en cada gesto, en cada acción, en cada decisión. Que las ayudas lleguen a todos los que lo necesitan para que puedan reconstruir el futuro por el que tanto han luchado. Afrontando con coraje y dignidad los retos de un presente a veces implacable.
Cuanto antes lo consigamos, más reforzaremos nuestro sentido de comunidad. Nuestro sentimiento de país. Porque la memoria del camino recorrido, la confianza en el presente y la esperanza en el futuro, son una parte ineludible, acaso la más valiosa, pero también la más delicada, de nuestro bien común.
Que el espíritu de estos días de encuentro y convivencia permanezca en el año nuevo y que tengáis, como deseo junto a la Reina y nuestras hijas, la princesa Leonor y la infanta Sofía, una muy Feliz NVIDAD.
Eguberri on, Bon Nadal, Boas Festas».