Un día era la hija quien estaba a la mesa. Al día siguiente, se había convertido en princesa… de Asturias. Un cambio vertiginoso en la vida de cualquier familia, que los Ortiz-Rocasolano han acusado. Tocar la realeza no es siempre tan saludable como se puede pensar.
Han pasado ya diez años desde que se producía en este nuestro país la boda más esperada de los últimos 50 años: la del príncipe Felipe. La elegida fue la periodista que todos veíamos en el salón de nuestra casa a la hora de la cena en la primera cadena de TVE, Letizia Ortiz. Una joven asturiana que, para sorpresa y desaprobación de muchos, estaba divorciada. Su salvación fue que en su día se casó por el juzgado y no por la iglesia, si no los impedimentos habrían sido mayores. Diez años desde el anuncio de su inminente enlace, protagonizado por la anécdota de que Letizia mandó callar al príncipe con todo el descaro del mundo. A lo largo de estos años la Princesa no ha acabado de calar en la sociedad en su papel de futura reina consorte. Pero más complicado ha sido procesar el nuevo papel para su familia.
Jesús Ortiz fue relacionado junto a su hermana Henar y su madre Menchu Álvarez del Valle con un delito de alzamiento de bienes
Han sido carne fresca para la prensa y comidilla por los innumerables escándalos que han protagonizado. Son ahora la familia política de Don Juan Carlos y Doña Sofía. El día del enlace real todo eran sonrisas y buenas caras, pero en poco tiempo se truncó el embelesamiento. Los padres de Letizia, Jesús Ortiz y Paloma Rocasolano, llevaban tiempo separados, y Jesús acudió a la boda con su actual pareja, Ana Togores. A Paloma no se le ha conocido varón en todo este tiempo, pero sí protagonizó un suceso que dejó boquiabiertos al grueso de la población: fue pillada chuleta en mano mientras hacia un examen de Historia de Grecia en la UNED. Un acto que dejó en evidencia no solo a Paloma, sino a la Familia Real en general. Hoy Paloma Rocasolano ha encauzado de nuevo su tardía carrera de estudiante y se ha reincorporado con normalidad a la Universidad a Distancia.
A su vez, Jesús Ortiz fue relacionado junto a su hermana Henar y su madre Menchu Álvarez del Valle con un delito de alzamiento de bienes.
El suicidio de Érika, ‘Adiós, Princesa’
La noticia del suicidio de la hermana menor de la Princesa dejó a todos con el corazón en un puño. La joven decidió quitarse la vida a los 31 años, en febrero de 2007, tras pasar por una dura etapa de soledad y depresión. Divorciada del padre de su hija Carlota, Antonio Vigo, nunca superó el fracaso de esta relación, aunque en el momento de su fallecimiento mantenía un noviazgo asentado con Roberto Grecia, su compañero en la productora Globomedia.
Un duro golpe que sin duda marcó a la familia Ortiz-Rocasolano. David Rocasolano, primo hermano Érika, Letizia y Telma y exabogado de la Princesa, cuenta en su libro titulado ‘Adiós, Princesa’, cómo la mayor de las tres hermanas no apoyó a Érika cuando ésta se divorció. La llamaba para presionarla y controlar cada aspecto de su vida, de ella y de su otra hermana, Telma. “Me han dejado sola, David. Me siento sola”, se sinceraba Erika. “La historia de mi familia, hasta ahora, solo ha sido contada de arriba abajo, con todo su glamour y su mentira. Ahora yo voy a contarla de abajo a arriba”, narra David en la contraportada de su polémico ejemplar. Además cuenta detalladamente el episodio del supuesto aborto que sufrió Letizia antes de estar casada con el príncipe Felipe, hecho que según el autor quiso ser ocultado al propio Rey.
Telma Ortiz y un chico complicado: Jaime del Burgo
Jaime del Burgo y Telma se fueron a Nueva York, de donde ella regresó de estampida a las pocas semanas. La relación parecía estar rota
La presión mediática sufrida tan de repente por parte de esta familia hizo que sus relaciones internas se fueran al traste y que el distanciamiento entre ellos fuera no una suposición, sino un hecho, sobre todo entre las hermanas. Tal fue la enajenación mental sufrida por Telma, la menor de los Ortiz, que las paranoias y el ego que creció en su interior hicieron que interpusiera una demanda contra 54 medios de comunicación por el acoso que supuestamente recibía por parte de la prensa. Perdió aquella demanda y, aunque recurrió, no pudo hacer nada contra el dictamen del juez que obligaba a la cuñada del Príncipe a pagar todos los gastos de gestión y abogacía que había ocasionado a cada medio demandado. Se declaró insolvente, algo que se demostró falso y que no impidió que tuviera que abonar la cantidad acordada, deuda que a día de hoy no está saldada en su totalidad.
Telma Ortiz cuenta con una agenda sentimental de lo más agitada. Tras su fallido matrimonio con Enrique Marín-Llop, padre de su hija, al que conoció cuando ambos trabajaban de cooperantes en Asia, se casó con Jaime del Burgo, que fue testigo de la boda de doña Letizia y don Felipe por la estrecha amistad que tenía con la Princesa. La boda con Jaime fue de lo más acelerada, por lo que se habló de que Telma estaba embarazada y que por eso habían decidido formalizar su relación. Semanas antes del enlace se relacionaba a la pequeña de los Ortiz con el piloto de Fórmula 1 Marc Gené, con el que se le vio paseando por las calles de Barcelona.
Jaime del Burgo y Telma se fueron a Nueva York, de donde ella regresó de estampida a las pocas semanas. La relación parecía estar rota, pero ellos no querían reconocerlo de ninguna manera. Por eso Del Burgo –un empresario de misteriosa y alborotada carrera, hijo de un señalado diputado del PP– apremió, según fuentes cercanas a la pareja, durante un período de tiempo al que fuera el primer marido de Telma, Enrique, para que dijera que Telma regresaba a España porque él no permitía que su hija viajara a EEUU. Martín-Llop era ajeno a todo ello, y bastante tenía con procesar la devastación de su separación de Telma y superar su fobia contagiada a la prensa. Porque fue Telma quien instó al padre de su hija a apoyarla en la cruzada contra la prensa. Una paranoia que le inculcó y que aún padece.
Trapos sucios y escándalos varios pesan sobre las espaldas de esta familia, que lejos de agradecer el enlace de Letizia con el heredero del reino, han sufrido sobremanera las repercusiones de pasar del anonimato a ser carne de la opinión pública.