Lo tenían todo planeado. Guillermo Fernández Bueno y su pareja, una educadora social voluntaria de prisiones a la que conoció en la cárcel, sabían que le iban a denegar el tercer grado penitenciario y decidieron escapar. Así que en su último permiso llevaron a cabo su plan. El día 17 de julio, 6 días antes de tener que regresar a la prisión, cogieron su furgoneta y comenzaron su huida.
Desde Torrelavega condujeron hasta Algeciras y allí pasaron la frontera hacia Tánger. Aprovecharon que aún no los buscaban. Desde Tánger continuaron su camino, atravesaron Mauritania hacia Senegal y luego, trataron de pasar a Gambia. Si lo hubieran logrado, la extradición habría sido mucho más complicada.
No durmieron en hostales ni pensiones, sino en la furgoneta. En el vehículo habían ideado un pequeño zulo en el que Elena ocultó a Guillermo. Así pasaron de frontera en frontera africana hasta que en Senegal lo descubrieron y fue detenido.
Llevaba un pasaporte con la fotografía de un hombre muy parecido a él.
La mujer puede enfrentarse ahora a una acusación por encubrimiento. El preso no volverá a beneficiarse de permisos penitenciarios durante los 8 años que le quedan de condena, por haber violado a dos mujeres y asesinado a una de ellas en el año 2000.
Además Fernández Bueno será acusado por quebrantar la condena y por utilizar documentación falsa.
Redacción