viernes, noviembre 22, 2024
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Daría no se fue: su novio la mató y la ocultó un año en un arcón congelador

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Tenía 22 años, era de origen ruso y, al igual que sus dos hermanas, había sido adoptada por un matrimonio español que dejó de tener contacto con ella en septiembre de 2017.

Su madre intentó en reiteradas ocasiones comunicarse con ella, pero no respondía a sus llamadas. Sabía que estaba con un hombre, Manuel M.A., veinte años mayor que ella. La relación no era buena.

Ni en Navidad dio señales de vida su hija, así que la madre acudió el 30 de diciembre de 2018 a la comisaría de la Policía Nacional en Alcalá de Henares (Madrid) para denunciar su desaparición.

Antes, consiguió el teléfono del casero de la última vivienda conocida en la que había estado alquilada su hija para poder averiguar algo. Y lo primero que averiguó es que no vivía allí desde hacía más de un año.

En comisaría, la denunciante relató que Daria mantuvo una relación sentimental con Manuel M.A. durante tres años. Una relación salpicada de frecuentes broncas e insultos. Incluso, se sospecha, que la encerraba. Daria, que nunca denunció este maltrato, llegó a abortar.

El relato de la madre dibujaba a la pareja de su hija como una persona bastante agresiva, sobre todo cuando consumía alcohol o alguna droga, como cocaína.

Pero la joven recorrió varios lugares de España con él y convivieron en distintos puntos del país durante dos años. Después, cortaron la relación.

LA VUELTA AL INFIERNO

Daria se instaló en Alcalá de Henares y alquiló una habitación en lo que fue una autoescuela, en el número 3 de la calle Camino de Santiago. Su propietario la reformó y construyó habitaciones individuales, con baño propio, para alquilar.

Una de ellas la ocupó la joven, que, según especificó su madre adoptiva, había encontrado trabajo en un restaurante de ese mismo municipio. En otra de las dependencias vivía el casero.

En octubre de 2017, Manuel regresó a Alcalá de Henares y buscó a Daria, a la que intentó convencer para irse a vivir con ella a la habitación. La joven accedió.

No había pasado ni una semana y los vecinos de la pareja escucharon una fuerte discusión en la habitación de Daria y Manuel. Entre las cuatro y las cinco de la madrugada del 8 de octubre los gritos despertaron a uno de los inquilinos, que avisó al casero.

Este se acercó hasta la puerta para interesarse por lo que estaba ocurriendo, pero Manuel -la única voz que pudo escuchar- le dijo que no pasaba nada. «Estamos bien, solo se ha escapado el hámster, que el perro se lo quería comer».

La respuesta convenció al casero, que no le dio más importancia al asunto. La pareja tampoco le había dado motivos que levantaran cualquier tipo de sospecha. Incluso, pagaban el alquiler religiosamente.

LOS EXTRAÑOS MENSAJES DE DARIA

Un día más tarde, en su cuenta de Facebook, Daria escribió: «Estoy haciendo varios cambios en mi vida….sino vuelves a saber de mi, tu eras uno de ellos…».

Horas después, su padre y su hermana reciben mensajes de wasap que sonaban a despedida. El enviado al primero le comunicaba que estaba embarazada, que en esta ocasión iba a tener el hijo y que se iba fuera para emprender una nueva vida.

Ya el día 19 de octubre, Daria escribe un nuevo mensaje que parece dirigido a su casero y que textualmente decía así: «Buenos días. Ya he sacado mis cosas de alli y se lo iba a dar el dinero a Manu, pero me voy de Madrid porque me ha salido un trabajo muy bueno, que te lo de él porque él se queda alli. Lo siento que valla todo bien, saludos. Chao». 

Según reconoció la madre en su denuncia, el mensaje no se correspondía con la forma de expresarse de su hija y contenía unas faltas de ortografía que habitualmente ella no cometía.

¿Era Daria la autora de esos mensajes? ¿Los había escrito alguien por ella?

EL SOSPECHOSO CONSUMO EXCESIVO DE LEJÍA

Desde la madrugada de la discusión, ni el casero ni los inquilinos del resto de las habitaciones vuelven a ver a Daria. Nadie la vio salir de la habitación ni de la casa ni llevarse ninguna maleta o enser. Ni escucharon su voz.

Pero Manuel ya se había encargado de responder a quien le preguntara por ella que Daria le había dejado y que no había vuelto a tener noticias de su expareja.

Mientras, cambió de trabajo o más bien de bar. Trabajaba de camarero en turno de tarde, paseaba a su perro y parecía que ya se estaba recuperando de la ausencia de su novia.

De hecho, a Manuel, natural de Linares (Jaén), ya se le veía con otras mujeres e, incluso, presumía ante los conocidos de ligar con una o con otra.

Cuentan algunos medios de comunicación que antes de conocer a Daria, Manuel tuvo una pareja con la que sufrió un accidente de tráfico. Su mujer falleció.

Manuel se había quedado en la habitación que compartía con Daria. Aunque intentaba hacer una vida aparentemente normal, al casero le extrañaron algunos cambios en su comportamiento.

Pero sobre todo, le llamó mucho la atención un detalle: el consumo excesivo de lejía de su inquilino. Entre 4 y 5 litros al mes gastaba para limpiar su habitación y el baño.

UN AÑO CONVIVIENDO CON SU VÍCTIMA DESCUARTIZADA

Según sospechan los investigadores, Manuel mató a su pareja la misma madrugada en la que discutieron. Al parecer, tal y como reflejó el informe preliminar de la autopsia, el supuesto autor asestó dos puñaladas por la espalda a su víctima.

Después, la descuartizó y ocultó el cadáver troceado en un arcón congelador.

Tras la denuncia de la madre, los agentes abrieron una investigación que les condujo a Manuel como principal sospechoso.

Cuando acudieron a la vivienda, Manuel aseguró a los policías que Daria ya no vivía allí. Le pidieron entrar sin orden judicial, pero no les permitió acceder a la habitación. «¿No os fiáis de mí o qué?», les espetó a los agentes.

La Policía solicitó una orden judicial de entrada y registro. En la tarde del 7 de febrero de este mismo año, los agentes accedieron y descubrieron el cadáver descuartizado de la joven en el interior de un congelador y este dentro de la bañera.

Horas más tarde, en la madrugada del día 8, Manuel fue arrestado.

Aunque con seguridad no se sabe cuándo la mató, Manuel convivió alrededor de un año con el cadáver de su víctima. Seguramente sabía que un día u otro le descubrirían. No hay crimen perfecto. 

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