Los hechos ocurrieron entre 2007 y 2014 y las víctimas son dos niñas que comenzaron a sufrir estos delitos cuando una tenía 13 años y la otra 9 y un niño que tenía 14.
En una sentencia el alto tribunal confirma la dictada por la Audiencia Provincial de Sevilla, que impuso a ambos dichas penas por tres delitos continuados de agresión sexual en concurso con otro de prostitución de menores, el hombre como autor y la madre de los niños como cooperadora necesaria, y ésta además fue condenada por dos delitos continuados de maltrato habitual sobre dos de sus hijos.
El Supremo rechaza los recursos de los condenados y destaca la verosimilitud del testimonio de las tres víctimas, cuyos relatos «presentan un enlace lógico entre las diversas partes de los mismos y además son expresados, en virtud de sus gestos y de la forma de su verbalización, con convencimiento, seguridad y firmeza en los elementos esenciales de los distintos delitos».
Asimismo incide en que «los tres testimonios aparecen corroborados por lo que se refiere a la contraprestación económica que recibían por parte del condenado cada vez que tenían un encuentro sexual con él, suma de dinero que tenían que entregar a su madre, quien les pedía inmediatamente el dinero cuando regresaban a su domicilio.
Añade que los tres testimonios son corroborados también entre sí por lo que se refiere a los malos tratos habituales y a la situación de abandono en la que estuvieron por la falta de cumplimiento de la acusada de sus deberes maternos pues los tres hijos relataron múltiples agresiones y amenazas por parte de su madre e incidieron en la situación de abandono en la que se encontraban.
El tribunal explica que «son testimonios coincidentes, que convergen en hechos similares», a lo que se suman los informes periciales entre otros elementos, por lo que descarta que se haya vulnerado la presunción de inocencia de los condenados pues «los tres menores narraron detalladamente la agresión a su indemnidad sexual».
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