El popular hombre del toro Gonzalo Sánchez Conde, que durante más de treinta años fue mozo de espadas de Curro Romero, ha sido encontrado muerto a primeras horas de esta mañana en su domicilio del madrileño barrio de Las Letras.
A expensas aún de un examen forense que determine la causa del fallecimiento, su familia ha declarado a EFE su intención de trasladar los restos mortales de Gonzalito al Tanatorio de la M-30.
Nacido en la localidad onubense de Gibraleón hace 89 años, Gonzalito era uno de los taurinos más queridos y respetados no solo por su larga y honesta trayectoria profesional, sino también por su afabilidad y como fuente inagotable de anécdotas, con un espíritu que no abandonó ni en los últimos años en que se vio afectado por una enfermedad renal.
Después de intentar sin éxito la carrera del toreo en el escalafón de novilleros de los años 50, como tantos andaluces emigró a Barcelona donde trabajó como camarero y, en ocasiones, como cantaor de flamenco, su otra gran pasión en la vida.
Fue en la Cuidad Condal, que con dos plazas en activo -Las Arenas y La Monumental-, era entonces la capital española de mayor actividad taurina, donde el onubense comenzó a ejercer como mozo de espadas de distintos novilleros hasta recalar definitivamente en Madrid.
Amigo de Curro Romero por su afición común al flamenco, comenzó a servirle las espadas a finales de la temporada de 1967, una vez que Gonzalito se encargó de que al famoso torero de Camas no le faltara nada en los calabozos de la Dirección General de Seguridad, donde fue retenido tras negarse a matar un toro en la feria de San Isidro de ese mismo año.
Desde entonces y hasta 1999, cuando el diestro anunció su retirada por sorpresa, Sánchez Conde se convirtió en el hombre de la más absoluta confianza de Romero, a todos los niveles, sobre todo en los peores y más delicados momentos.
Pero Gonzalito no solo se limitó a ser el ayuda de cámara del Faraón, sino que también se dedicó a apoderar y a sacar toreros, muchos de ellos de países suramericanos, donde llegó a tener grandes relaciones profesionales y personales, comenzando con «Rayito de Venezuela».
En España, entre otros muchos como El Cid, al que ayudó de novillero junto al Gallo de Morón, su «gran obra» fue Víctor Mendes, el torero más importante de la historia de Portugal, al que él mismo descubrió y apoyó hasta convertirle en primera figura durante los años 80.
En la actualidad, Gonzalito se dedicaba a la representación de artistas flamencos, con los que se reunía casi a diario en los locales de ensayo de Amor de Dios, muy cerca de su casa, y con los que sin duda debía evocar los tiempos de necesidad en los que la seguiriya y los fandangos valientes de su Huelva le ayudaban a salir adelante en aquella abierta Barcelona de mediados del siglo pasado.
Estrella Digital