Dos de cada tres homicidios imprudentes con vehículos a motor pueden evitarse sin alcohol al volante. A esta conclusión llega un estudio de Instituciones Penitenciarias, que ha analizado las circunstancias de este delito en las 53 personas presas por él.
Porque un tercio de ellas estaba incapacitada para conducir cuando se produjo el homicidio y en la mayoría de los casos (el 64,9 por ciento) el motivo era la ingesta de alcohol.
El estudio ha sido dirigido por el responsable de Estadística de la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias, Francisco Benito, y traza un perfil del autor de este tipo de delito, el más grave entre los que atentan contra la seguridad vial, tras un análisis también de los testimonios de sentencia.
De los 53 reclusos estudiados, 49 son hombres y 4 mujeres. La mitad tenía en torno a 35 años cuando cometió el delito, aunque la edad media actual es de 41 años. Dos de ellos cometieron el delito en 2007, mientras que el resto entre 2010 y 2021. La cifra más alta corresponde a 2017, con 14 internos.
El 88,7 por ciento son españoles, mientras que lo internos extranjeros representan el 11,3 %, siendo sus países de procedencia Polonia, Ghana, Brasil, Ecuador y Venezuela. Un porcentaje bastante inferior, 13,9 puntos porcentuales menos, que el que representan los extranjeros en el conjunto de la población penitenciaria, que es un 25,2 %.
Del total de los reclusos, 43 están penados, 7 en libertad condicional y 3 son presos preventivos. Cuatro de cada diez están en segundo grado (el ordinario) y un 30 % en tercer grado o régimen abierto controlado con pulsera telemática.
La cuantía de la condena media está en tres años y asociada a ella, está la pérdida temporal del permiso de conducir, donde la media se sitúa en los 4,7 años.
LAS CIRCUNSTANCIAS DEL DELITO
Tal y como se desprende del estudio, el vehículo del autor del delito fue en la mayor parte de los casos un turismo que, generalmente, estaba asegurado.´
El lugar donde se produjo fue fundamentalmente el casco urbano (calle, intersección, rotonda) y en una carretera de doble sentido, en un tramo horario de entre las nueve de la noche hasta las ocho de la mañana. En dos de cada tres casos, ocurrió en fin de semana.
Añade el informe que las circunstancias de la vía eran las adecuadas y, por tanto, el factor humano fue fundamental.
«La imprudencia y desatención a la vía se concretaron en un exceso de velocidad, en la invasión del carril contrario y, por tanto, la pérdida del control del vehículo, que provocó el alcance de otros vehículos, o en la invasión de pasos peatonales», subraya.
Todo ello provocó que una de cada tres personas fallecidas fuera peatón y que uno de cada cuatro fallecidos fuera otro automovilista o alguno de sus acompañantes, si bien también es reseñable que una de cada seis víctimas muertas por el delito fuera un ocupante del vehículo del autor.
EL ALCOHOL COMO ARMA
Tal y como subrayan Benito y el director general de Ejecución Penal, Miguel Ángel Vicente Cuenca, en este estudio se ha observado que en dos de cada tres delitos la persona que conducía estaba incapacitada para ello. Y que en dos de cada tres casos el motivo fue el alcohol (64,9 %). La ingestión de estupefacientes alcanzó el 13,5 %, y uno de cada seis consumió drogas y alcohol (16,2 %).
Y no solo eso. La mayoría de los autores presentaba una tasa alta de alcoholemia que, al menos, triplicaba la permitida.
«Esto nos indica que en esas condiciones de conducción, el vehículo no es un instrumento de movilidad, sino que se convierte en un arma contra la ciudadanía, contra la propia persona que conduce y también contra aquellas que la acompañan», dice el informe.
Resalta también que un uno de cada cuatro casos el autor es reincidente en delitos contra la seguridad vial, lo que «puede estar indicando que en un número de casos no desdeñable podría haber una adicción encubierta al alcohol».
Aunque la mayoría de los casos tienen similitudes, hay dos reclusos con una característica especial: se encuentran en prisión por tres intentos de homicidio utilizando el vehículo como arma
LAS VÍCTIMAS
Las 53 personas en prisión en el momento del estudio por delitos de homicidio imprudente con vehículos a motor han ocasionado 61 muertes y provocado lesiones a 57. Las víctimas menores fueron 31 y las adultas 144.
En total, 293 personas se han visto afectadas por los sucesos, lo que supone una media de 5,5 personas por cada una que se encuentra privada de libertad en prisión.
Y es importante recalcar que entre las víctimas se encuentran personas relacionadas directamente por razones afectivas y de afinidad con quienes están o han estado en prisión por este delito, destaca el estudio.
De las fallecidas, una de cada tres era peatón, una de cada cuatro era otro automovilista o alguno de sus acompañantes y una de cada seis era allegada del propio autor del delito.
CONCLUSIONES
Prisiones ha observado un incremento en el número de personas presas por este delito. Así, de las 26 recluidas en las cárceles dependientes de la administración central a mediados de 2019 se pasó a 40 a 31 de diciembre y a 57 en agosto de este año. En el momento del estudio, en junio, había 53.
Con este estudio llega a una conclusión: alcohol, drogas, noche, madrugada y fines de semana son variables influyentes en dos de cada tres casos de homicidios imprudentes con vehículos a motor.
Pero el informe no cierra una investigación, sino que abre muchas otras. Porque como subrayan sus responsables, puede tener una continuidad en trabajos posteriores en los que se pueda establecer la posible relación entre una adicción encubierta al alcohol y la irresponsabilidad de conducir bajo sus efectos.
También puede ser esencial a la hora de orientar las terapias y los programas de reinserción en la cárcel y para la aplicación de la justicia restaurativa para este tipo de delitos.
Estrella Digital