Según el auto, el 18 de diciembre pasado la niña fue enviada por su madre a su cuarto a recoger unos abrigos, donde el acusado, un hombre de 35 años y natural de Mali, presuntamente la sorprendió, la llevó a un camastro o sofá, le bajó la ropa interior y la penetró.
Ante la tardanza de la niña, la madre decidió ir a buscarla y aunque en principio no la encontró, finalmente la menor apareció bajando unas escaleras, observando entonces la mujer que su hija no andaba como habitualmente y tenía cara de sufrimiento.
A continuación la mujer comprobó si la menor se había mojado pero al ver que esto no era así le preguntó qué le ocurría, ante la negativa de la niña a responder, su madre fue al baño con ella y observó como la niña de 4 años tenía semen en su ropa, ante la insistencia de la madre finalmente la niña señala al individuo como el causante de su dolor.
Según el auto, la madre tenía otros dos hijos en el sistema de acogida de modo y la pareja del presunto violador le instó a que no contara nada porque podrían quitarle a las niñas y para no causar problemas al hombre.
Durante un mes, la madre calló, aunque los hechos salieron a la luz porque un testigo de 14 años escuchó las conversaciones y los reproches de la mujer al supuesto agresor, y se lo contó a un vigilante de seguridad.
El juez que ha examinado la denuncia ha señalado que «los temores de la madre» o el miedo «que le fue inferido» estaban justificados, porque la primera reacción que encontró tras llevar a la niña a un hospital fue «el inicio de una investigación para una posible propuesta de declaración de riesgo y la posterior declaración de desamparo».
Pero ese proceso quedó sin efecto gracias a que la inspectora del Cuerpo Nacional de Policía que se encargó del caso pudo ampliar y concretar los hechos, relata el auto.
La falta de arraigo del acusado y la necesidad de proteger a la víctima aconsejan la prisión provisional ante unos hechos que pueden suponer más de quince años de cárcel de ser encontrado culpable, argumenta el instructor. EFE
A.M.