Un simple caramelo le puede costar una nueva condena a Mikel Kabikoitz Carrera Sarobe, alias ‘Ata’, el último gran jefe militar de ETA. La Ertzaintza le atribuye ahora, en 2022, la autoría del atentado que en noviembre de 2001 le costó la vida a Francisco Javier Mijangos y Ana Isabel Arostegi, dos agentes de la policía autonómica vasca asesinados a tiros cuando regulaban el tráfico en una calle del municipio guipuzcoano de Beasain.
La Ertzaintza nunca olvidó el crimen de sus compañeros y preservó correctamente las pruebas de la escena del crimen. Porque los etarras, tras tirotear a los agentes, huyeron en un coche robado que abandonaron después con el objetivo de hacerlo explotar para que el fuego quemara todas esas pruebas. Pero el artefacto explosivo eléctrico con temporizador colocado por los terroristas para volar el turismo falló.
Los investigadores guardaron muchas pruebas genéticas halladas en el coche durante años, que cotejaron con muchos sospechosos miembros de la banda con resultado infructuoso. Hasta el pasado 9 de junio, cuando uno de los perfiles genéticos anónimos obtenidos en el envoltorio de un caramelo olvidado en el coche de los etarras coincidió con el perfil genético de ‘Ata’. Un simple caramelo.
‘Ata’ ha cumplido 50 años en mayo de este año en una cárcel francesa. Fue uno de los jefes etarras más temidos en los últimos estertores de la banda terrorista. Amigo del mediático ‘Txeroki’, heredó la jefatura de los comandos etarras cuando el primero fue detenido en noviembre de 2008. Hasta ahora estaba implicado en seis asesinatos cometidos entre 2001 y 2007 en Navarra, Zaragoza y Francia.
El 6 de mayo de 2001 fue asesinado a tiros el presidente del PP de Aragón, Manuel Giménez Abad, en presencia de su hijo. El 24 de septiembre de 2002, una bomba oculta
en una pancarta segaba la vida del cabo de la Guardia Civil Juan Carlos Beiro Montes en Leitza (Navarra). El 30 de mayo de 2003 otra bomba lapa mataba a dos agentes del Cuerpo Nacional de Policía en Sangüesa (Navarra). Y el 1 de diciembre de 2007, asesinaba a tiros a dos jóvenes agentes de la Guardia Civil en una cafetería de la localidad francesa de Capbreton. Ahora, su perfil hallado en el envoltorio de un caramelo le sitúa en el escenario de un nuevo atentado.
El asesinato del cabo de la Benemérita en 2002 fue especialmente macabro. El comando de ‘Ata’ colocó una pancarta provocativa en la carretera NA1320 con el objetivo de que agentes de la Guardia Civil la retiraran. El texto en euskera rezaba «ETA bietan jarrai. Guardia Civil, jota bertan hil» (ETA, adelante con las dos [se referían a la serpiente y al hacha del anagrama de ETA, que representan la lucha política y la lucha armada]. Guardia Civil, mátalo aquí). También incluía el dibujo de una diana y un tricornio en el centro. La amenaza era real y textual. La pancarta tenía oculta una pequeña bomba que fue activada con un mando a distancia cuando una patrulla se acercó a retirarla. El resultado, un agente muerto y cuatro heridos.
Criado en La Rioja
Nacido en Pamplona en mayo de 1972, la infancia de ‘Ata’ transcurrió en el pueblo riojano de Alfaro. Allí estudió en el colegio José Elorza y en el instituto Gonzalo de Berceo. Era un estudiante aplicado, con buenas notas y sin ningún parte disciplinario. La familia de Carrera se había trasladado a Alfaro por razones laborales. Su padre, Martín, cosechaba alcachofas y maíz, y llegó a ser presidente de la Unión de Agricultores de La Rioja. En junio de 1989, cuando ‘Ata’ tenía 17 años, su padre fue protagonista de una noticia publicada en la revista Interviú.
Bajo el titular ‘Matones a sueldo contra agricultores riojanos’, la publicación relataba cómo Martín había recibido amenazas telefónicas para dejar la región y cómo dos matones
le agredieron en su casa con un palo y una llave inglesa. Pasó cuatro días hospitalizado. Tras la paliza, recibió más llamadas de los supuestos matones exigiéndole que se fuera
del pueblo o de lo contrario sería asesinado. Supuestamente, informaban los matones, alguien ofrecía cinco millones de pesetas por su cabeza. Al final la policía detuvo al empresario que había encargado la paliza a Martín porque quería sus tierras.
Por otra parte, la madre de ‘Ata’, Ana María, fue profesora en una ikastola y siempre estuvo en la senda abertzale. La familia se completaba con una medio hermana, Oskai, fruto de un matrimonio anterior de su progenitor.
Mikel empezó a estudiar ingeniería en Pamplona, pero abandonaría la carrera para montar en 1995 una empresa de fabricación de herramientas y troquelados mecánicos en Santesteban. La compañía se llamaba Fabricados Gurpegui, de la que Mikel era el administrador. Cuando se fugó en 2003 para engrosar las filas de ETA había dejado una deuda de más de 200.000 euros con la Seguridad Social.
El círculo familiar de ‘Ata’ se completa con Antonio Carrera Aguirrebarrena, su tío paterno, uno de los condenados en el ‘proceso de Burgos’. Fue acusado de colaborar
con la banda terrorista entre 1966 y 1968 y condenado a 12 años y un día de prisión por rebelión militar. Tras siete años de reclusión, a principios del año 1976, fue el primero
de los condenados en el ‘proceso de Burgos’ que abandonó la cárcel gracias a la Ley de Amnistía.
La trayectoria criminal de Mikel Carrera revela su afán por reivindicar que él era el más vasco entre los vascos a pesar de haber nacido en Pamplona y haberse criado en
La Rioja. Algo contra lo que luchaba siendo el más radical de todos y exigiendo a los demás la misma radicalidad. La anécdota que mejor demuestra esta lucha contra los complejos impuestos por él mismo es el alias que eligió como nombre de guerra dentro de ETA: ‘Ata’, ‘pato’ en euskera, es el acrónimo del primer nombre pensado por los fundadores de la banda: ‘Aberri Ta Askatasuna’ (Nación y Libertad), rechazado finalmente en 1958 porque a los líderes de la banda no debió parecerles serio que una organización patriótica y revolucionaria compartiera siglas con la más pacífica de las aves.
La captura de ‘Ata’
Mikel Carrera fue detenido el 20 de mayo de 2010 en un piso de Bayona junto al que era su número dos en esos momentos, Arkaitz Agirregabiria del Barrio, y a la etarra Maite Aranalde Ijurco, Los tres se habían trasladado a esa casa el lunes 17 de mayo procedentes del norte de Francia. Su objetivo era diseñar una campaña de atentados para ese verano.
Era el objetivo uno de la Guardia Civil después de que 30 meses antes, en diciembre de 2007, hubiera asesinado a tiros a dos guardias civiles en Francia, su último crimen. Su detención fue posible gracias al seguimiento que el CNI y la Guardia Civil habían realizado de Benoît Aramendi Picabea, alias ‘Eñaut’, un vasco francés que llevaba años intentando, sin mucho éxito, reactivar las bases juveniles de ETA en Francia. El CNI tenía intervenido su móvil y ‘Eñaut’ cometió el error de comentar por teléfono el traslado de ciertas personas «a un piso de Bayona». En efecto, el propio ‘Eñaut’ trasladó en su coche a los tres miembros de la cúpula etarra y los escondió en una casa alquilada.
Durante los siguientes días ‘Eñaut’ hizo la compra para los tres etarras, que intentaban hacer el mínimo ruido para que pareciera que el piso estaba vacío. Hablaban siempre
en euskera y muy bajito. A las cinco de la madrugada del jueves 20 de mayo, la Policía gala tiró la puerta mientras dormían. ‘Ata’ fue sorprendido con su revólver bajo la almohada. No opuso resistencia.
‘Ata’, el más huidizo de los jefes etarras, ya había sido identificado en enero de 2010 gracias al error de principiante de otro etarra, que había alquilado en la ciudad gala de Besancon una furgoneta Iveco que fue interceptada en Zamora. Para ello utilizó documentación falsa, un DNI a nombre de un tal David. El rastreo de ese DNI llevó a
una cuenta corriente de un banco francés. El titular de la misma tenía además una tarjeta VISA (la ley francesa regula que la tarjeta solo se puede obtener si se acredita una residencia fija). La Policía gala fue mirando una a una las operaciones efectuadas por esa tarjeta en cajeros que tuvieran cámaras de grabación. Un trabajo concienzudo les llevó a una imagen grabada en la primera semana de diciembre de 2009 en la localidad de Macon, en el norte francés. En ella aparecía ‘Ata’ sacando dinero con gorra, gafas, bufanda y abrigo. Esta foto sirvió para actualizar su aspecto en las bases de datos policiales.
La justicia francesa imputó en mayo de 2010 al ex jefe militar de ETA como coautor de los asesinatos de los guardias civiles Raúl Centeno y Fernando Trapero el 1 de diciembre de 2007 en una cafetería de Capbreton. No se halló ninguna huella dactilar suya, porque la camarera limpió la mesa donde se habían sentado los terroristas y metió todas las tazas que utilizaron en el lavavajillas.
La implicación de Mikel Carrera en el doble asesinato se debe al hallazgo de su perfil genético en el primer automóvil que usaron para huir nada más disparar a los dos agentes españoles. Su ADN fue identificado en huellas recogidas en diferentes lugares del vehículo. La muestra de ADN registrada en el coche fue durante mucho tiempo una muestra sin nombre y apellidos. Los investigadores la bautizaron como clave X3 hasta que un par de años después se pudo cotejar esa muestra con ADN de un familiar directo de ‘Ata’. ¿Cómo se consiguió?
Una unidad de Guardia Civil montó un falso control de alcoholemia para obtener una muestra de saliva de un familiar de ‘Ata’, en el trayecto de su casa al trabajo. Así, gracias al análisis del ADN de ese familiar, la Guardia Civil pudo relacionar al jefe etarra con los dos guardias civiles asesinados en 2007. La pista definitiva fue aportada tras su arresto, en mayo de 2010, por los análisis de odorología que se usan para ubicar a un sospechoso en la escena del crimen. ‘Ata’ fue condenado a dos cadenas perpetuas, porque también se le considera coautor del primer gendarme francés asesinado por ETA en suelo galo.