Cuando lleguen no se molesten en buscar la popular calle Real. No la encontrarán. Esta vía principal de la ciudad perdió su nombre, si es que alguna vez lo tuvo. En realidad se trata de tres calles: Cervantes, Juan Bravo e Isabel la Católica. Tampoco hallarán la plaza de las Sirenas que a decir verdad son dos, la plaza de Medina del Campo y la plazuela de San Martín. Una vez en ellas, deberemos buscar figuras con cuerpo de ave y rostro de mujer, representación arcaica de las sirenas antes de que fueran idealizadas como hermosas mujeres con cuerpo de pez. Por otro lado, las siempre enigmáticas esfinges también surgirán ante nosotros.
Pronto nos sorprenderán los bellos dibujos simétricos que adornan numerosas fachadas. Se trata de los esgrafiados. En la península ibérica se conservan los más antiguos de Europa. Estos diseños modulares son herencia de los musulmanes que habitaron la villa. Se trazaban de forma geométrica o con plantillas. Son tan singulares que es muy difícil encontrar dos edificios con el mismo dibujo. En algunas casas podemos observar varios diseños a la vez. Por ejemplo, en la Casa de las Cadenas veremos hasta catorce dibujos distintos. Estos espectaculares esgrafiados fueron signo de opulencia en la Edad Media. Siglos después aún es posible observarlos como los vieron aquellos segovianos del medievo.
Al fijar nuestra mirada en los blasones labrados de las casas señoriales, veremos con extrañeza que las imágenes de diversos escudos han sido borradas. No fue el paso del tiempo quien los suprimió, sino la mano del hombre a golpe de cincel. Se hizo como castigo a los nobles que tomaron parte en el levantamiento comunero contra Carlos I.
Segovia atesora además numerosas leyendas. En la gran obra de ingeniería romana puede verse “la garra del diablo”. Para no tener que transportar cada día un cántaro con agua por las empinadas calles segovianas, una mujer vendió su alma al diablo. A cambio éste debía construir el acueducto en una noche. El maligno no pudo terminar la obra antes de que cantara el gallo y, fruto de la rabia, dejo su marca en la piedra. Otra leyenda cuenta que el Cristo de la Iglesia de Santiago desclavó su mano de la cruz, para acusar a un hombre que no quería cumplir la promesa de matrimonio hecha a una joven. El dramaturgo vallisoletano José Zorrilla atribuyó esta leyenda al Cristo de la Vega de Toledo.
Muy importante fue la comunidad judía que vivió en esta ciudad castellana, la cual llegó a tener cinco sinagogas. Avanzada la Reconquista, en 1480, los judíos fueron confinados entre la Sinagoga Mayor (hoy iglesia del Corpus Christi) y la plaza del Socorro. El recinto se cerró con siete puertas. Asimismo, en Segovia vivió un destacado judío, Abraham Senneor, que prestó relevantes servicios a los Reyes Católicos. Cuando los reyes expulsaron a los judíos de España se convirtió al cristianismo y adoptó el nombre de Fernán Núñez Coronel. En la actualidad, la que fue su casa acoge el Centro didáctico de la Judería.
Al caminar por la calle de Santa Ana, el Corralillo de los huesos o la Judería vieja y nueva, aún resuenan los pasos de aquellos judíos que convivieron junto a cristianos y musulmanes desde principios del siglo XIII. También ellos fueron protagonistas de leyendas. Como la judía Esther, acusada falsamente de adulterio y salvada in extremis por la Virgen cuando quisieron despeñarla por las rocas de la Fuencisla. Igualmente, la fiesta de La Catorcena (primer fin de semana de septiembre) rememora cómo una hostia consagrada salió volando cuando unos judíos quisieron profanarla.
En cada rincón de Segovia es posible toparnos con relatos insólitos. Así, la calle Vida y Muerte evoca la historia de un hombre al que, en tiempos de los comuneros, quisieron ahorcar de la ventana de una casa acusado injustamente de traición. El lugar ya no existe, pero la ventana todavía se conserva en el Museo de Segovia.
No pueden faltar los Templarios cuando hablamos de misterios. Por ello, al llegar a la Iglesia de la Vera Cruz, donde al parecer se guardaba un “lignum crucis” (trozo de madera de la Santa Cruz), debemos fijarnos si en ella se posan los cuervos. Fueron los templarios quienes lanzaron una maldición contra los córvidos para que no regresaran nunca a esta iglesia, donde devoraron el cadáver de un caballero de esta orden que era velado en su interior.
Por último, la muralla. Eclipsada por el famoso Acueducto, pasa desapercibida para la mayoría de visitantes. Sin embargo, Segovia, como sucede en Ávila y Lugo, aún conserva la totalidad de su muralla. En la actualidad, se puede acceder a través de tres puertas y postigos como el del Sol o la Luna. Por otra parte, donde ahora se ubica el Museo de Segovia estaba la antigua carnicería judía, al lado del desagüe de la muralla para facilitar la evacuación de las vísceras y la sangre de los animales sacrificados.
Muchos son los “secretos” que guarda Segovia. Porqué la torre de la catedral perdió altura por culpa de un rayo, cuál es el motivo de que las tejas de ciertas casas estén puestas al revés o a quién se le ocurrió construir una casa sobre la techumbre de una iglesia románica, son algunos de estos enigmas que esperan a ser redescubiertos.