viernes, septiembre 20, 2024
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Ya que se pone, que sean listas… las rosquillas

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La rosquilla, como casi todo, tiene su origen en la sabiduría romana. Los hornos de pan, obligados a hornear kilos y kilos por ley imperial, se mantenían calientes una vez cumplida la norma. Oportunidad pues para dedicarlos a dulces, por ejemplo.

Desde Roma al Mediterráneo y de ahí a la corte española. Naturalmente, a Usted puede molestarle que la rosquilla de la pradera tenga origen foráneo y guste más de alguna historia local.

Benavente y la Tía Javiera

Si Usted es duque u hortera (lo dice un cantar popular) o procede de Villarejo de Salvanés, es probable que tenga algún parentesco con la “tía Javiera”, uno de esos personajes de la leyenda madrileña cuya existencia pertenece más al reino de la literatura que de la gastronomía, a quien debemos, ni más ni menos, la fama las rosquillas de San Isidro.

Hasta Jacinto Benavente decidió ocuparse del asunto. Los escritores siempre atienden a cuestiones transcendentes. Según el Nobel, a finales del XIX, la señora, vestida de pueblo y con abundante collar, acudía a la pradera a presentar sus rosquillas.

En aquellos momentos se vendían abundantes “tontas”. Se dice que ella hizo famosas las de “Santa Clara”. Las Listas (yema y limón) antes eran de “Fuenlabrada”; razón por la que durante mucho tiempo la Tía Javiera fue ubicada en esta población, hasta que Benavente dejó para la historia el claro perfil de la señora.

Los tipos de rosquillas

San Isidro no escatima con los dulces. Así que permite abundantes formas de acabar el día en la pradera o en su mantel (más cómodo, para que engañarse)

Las hay tontas, listas, de Santa Clara y francesas.

Sobre la misma base, la cuestión es como culminar la rosquilla. Si usan azúcar, limón y yema, las convertirán en listas. Si merengue seco, serán de Santa Clara. Y, naturalmente, las francesas se cierran con el toque de distinción que da la almendra.

Ya que se pone…que sean listas

Para las rosquillas: necesitaremos harina, naturalmente. Una docena de rosquillas le exigirán un cuarto de kilo de harina y unos cien gramos de azúcar; un poquito de levadura, 3 huevos, aceite y, por supuesto, una copa de anís y unos anises para ser machacados. Como las queremos listas, habrá que bañarlas: prepare 150 gramos de azúcar, una clara de huevo, una cucharada de zumo de limón y más anís.

Batimos los huevos con el azúcar. Sin dejar de batir añadimos, el aceite, anís y los anises machacados. Poco a poco vamos incorporando la harina tamizada con la levadura, hasta obtener una masa blanda.

No se olviden de engrasar la bandeja del horno, les valdrá un poco de mantequilla. Divida la masa en tantas bolas como rosquillas quiera, aplaste un poco y haga su agujero – sin agujero no es lista, que se sepa-. Separadas en la bandeja, hornee una media hora, a temperatura media. (Antes de hornear deje reposar la masa).

Ahora tenemos tiempo de ocuparnos del baño, mezclando la clara de huevo, el azúcar y el zumo de limón, bien batido, use madera – aunque el Ministerio se lo prohíba- . Añada el anís y unan cucharada de agua,

Las rosquillas deben bañarse enseguida y dejarlas reposar hasta que se sequen.

Liego dirás que los americanos y Homer Simpson inventaron la rosquilla. La ira del Santo caiga sobre ellos.

 

EL PINCHE

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