Lleva tiempo adaptarse a una nueva tarea porque el cerebro es menos flexible de lo esperado y debe realizar un trabajo de reorganización neuronal completo cada vez que aprende algo.
Un estudio publicado recientemente en Nature Neuroscience, por Aniruddh Galgali y Valerio Mante de la Universidad de Zurich nos dice que algunos han tenido la suerte de encontrar un atajo cognitivo para mantener un cerebro más elástico: los que hablan dos idiomas se protegen mejor de la demencia y el Alzheimer.
La noticia no es nueva, pero el imprimatur de SIN, la Sociedad Italiana de Neurología, confirma aún más los numerosos estudios sobre el tema que se han producido en la última década, comenzando por el Rotman Research Institute de Baycrest y la Universidad de York , en Canadá, donde muchas personas hablan inglés y francés con fluidez, un legado de las guerras coloniales del siglo XVIII entre los dos países madre, Francia e Inglaterra.
Un estudio publicado en Neurología en 2010 indicó que en aquellos que hablaban dos idiomas, el Alzheimer apareció en promedio 5 años más tarde que aquellos que hablaban solo uno, sin diferencias entre hombres y mujeres e independientemente del tipo de actividad y nivel de educación .
La demostración de que la educación no tiene nada que ver con el efecto antidemencia del bilingüismo se produjo tres años más tarde, de nuevo en Neurología, cuando el neurólogo Suvarna Alladi, Instituto de Ciencias Médicas en Hyderabad Nizam, encontró que incluso aquellos que son analfabetos, como todavía sucede en la India, pero hablan dos idiomas, inglés e hindú, tiene un riesgo reducido de demencia porque presenta un mayor desarrollo de las denominadas áreas cerebrales ejecutivas y una atención centrada que protege contra la demencia.
Hace tres años, el mismo investigador publicó, en la revista Stroke, otro estudio sobre analfabetos bilingües indios que muestra que también tienen aproximadamente el doble de posibilidades de superar un accidente cerebrovascular, presentando inmediatamente después un mejor desempeño en la evaluación de la atención, en la organización y en la recuperación de información mnemotécnica.
Si consideramos que con el alargamiento de la vida el riesgo de enfermedades neurodegenerativas aumenta en los últimos años de vida, aprender otro idioma podría ser una idea excelente, alcanzable quizás con menos esfuerzo que la adopción de muchos estilos de vida que prometen protección como la actividad física constante, una dieta cuidadosa, la abstinencia de los vicios del tabaco y el alcohol que ciertas personas no pueden abandonar.
D.L.