Les habla la experiencia. Nada como una fiesta bien preparada a base de tapa hispánica. Por muy moderno que sea su entorno, elaborado al modo tradicional o pasado por las tonterías de masterchef, las cosas de siempre, a la plancha o en incomprensibles esferas, – bendito sea el cerdo, los pescados mediterráneos…-que gustan a casi todos y todas.
Así estaba el Pinche, preparando su fiesta de cumpleaños, muchos no pregunte, cuando suena el timbre y es ella, la más bella, ella, la puñetera, la vegana.
Usted y yo sabemos porque nos pasa esto. Aquel día que le echamos cebolla a la paella, por probar, que esferificamos unas alubias, por pijerío, que maridamos una carne de jabalí con un vino de Nueva Zelanda, por gilipoyas…esos pecados se pagan, amigos y amigas, y los dioses gastronómicos lo hacen de la manera más cruel: dándote un amigo vegano. Que se le quiere, sin duda, pero es un castigo.
Bien, respondamos a los dioses, demostremos que en poco tiempo, con lo que hay en su nevera, podemos salir del apuro.
Verduras salteadas con salsa teriyaki
Esto es fácil y se basa en lo que casi siempre Usted tiene por ahí, Para un par de raciones (los veganos nunca van solos, se lo advierto) necesitaremos unos cien gramos de coliflor y otro tanto de brócolí. La mitad de puerro y calabacín, zanahoria, pimiento verde y rojo. Nos hará falta 100 mililitros de salsa teriyaki – como medio vaso- y unos 175 gramos de arroz.
Por supuesto, y naturalmente, ni Usted ni yo ni nadie compramos verdura en cualquier tienda china, latina o árabe de esas: en nuestra nevera solo hay productos ecológicos, Usted me entiende.
Cocemos al vapor unos diez minutos los ramitos de coliflor y brócoli, y los reservamos. Hacemos lo mismo, a fuego lento, con el arroz, otros diez minutos, que también reservaremos.
Pimientos, calabacín, puerro y zanahoria en daditos serán salteados a fuego fuerte unos tres o cuatro minutos. Remueve para que no se quemen. Sume, cuando tomen color, la coliflor y el brócoli y añada la salsa teriyaki, déjelos hablarse durante cinco minutos, removiendo. Cuando esté sírvalas con un poco de arroz. Cuartito de hora, un vegano menos.
Berenjenas agridulces
Si la vegana hubiera avisado con tiempo Usted hubiera comprado berenjenas chinas de esas moradas y alargadas que no necesitan purgar sus pegados en agua.
Pero nos tendremos que conformar con las berenjenas de toda la vida, con tres de ellas, un pimiento rojo, un puerro, ajo, jengibre (sin pasarse que luego la comida sabe a colonia) piña y aceite. Hacemos un platazo.
Haremos una salsita especial con sésamo, salsa de soja, azúcar moreno, agua, vinagre de arroz, vino blanco y maicena. Sal y perejil. Si quiere mortificar a la vegana, póngale un cayenita.
Tras haber dejado un rato en remojo salado las berenjenas, cortadas en rodajas,y el pimiento y el puerro en tiras, hacemos muy pequeños trozos de ajos y jengibre (un centímetro como mucho). Marcamos las berenjenas y, tras reservarlas, salteamos el pimiento y el puerro. No se pasan de sal que la salsita lleva soja. Cuando las verduras tomen color añadan el sésamo, el ajo y el jengibre.
Preparamos la salsa en cazo aparte; salsa de soja, agua, vino blanco, vinagre de arroz, una cucharada de azúcar moreno y disolvemos la maicena (una cucharada, con la función de espesar) en la mezcla.
Una vez hecha, añadimos la mezcla a nuestra sartén, pasando a fuego leve, con un poquito de cayena, que sufra la vegana y el vegano, que seguro andan por ahí de escolta.
Se pela la piña, se corta den daditos y se añade a la sartén, añadiendo las berenjenas, que andaban por ahí guardadas. Fuego medio o bajo, hasta que las berenjenas estén tiernas.
Ahora ponga la sonrisa tipo no hay vegano que se me resista. Hemos triunfado otra vez.
EL Pinche