La fabada elaborada por María Teresa Mira, cocinera de ese establecimiento situado en el oriente asturiano, con fabas cultivadas por su padre en la huerta de su casa, ha sido considerada la mejor de entre las 26 que participaron este martes en la final de la novena edición del concurso.
El jurado, integrado por los cocineros Pedro Morán, Luis Alberto Martínez , Alberto Asensio y Jose Antonio Campoviejo, y los expertos en gastronomía Juan Antonio Duyos, Gregorio García, David Fernández-Prada y Víctor Berdasco, ha valorado la calidad de los ingredientes, la presentación y el sabor como elementos destacados del plato galardonado.
El restaurante Vista Alegre, del concejo costero de Colunga, ha quedado clasificado en segundo lugar, y a su vez obtuvo por tercera vez consecutiva el premio al Mejor Compango del Mundo.
El compango está compuesto por chorizo, morcilla y tocino entreverado que se incorpora a la cocción de las fabas para aumentar el sabor y dotar de calorías y proteínas a una comida tradicional de invierno.
Por su parte, el restaurante Michem, de Villabona, en el concejo del centro de Asturias de Llanera, ha logrado el tercer puesto en este concurso organizado por el Ayuntamiento de Villaviciosa y la empresa de eventos gastronómicos Gustatio, y que este año alcanza la novena edición.
La final de este año, en la que han participado 26 restaurantes -veinte de ellos asturianos y otros seis de Bruselas, Madrid, Valencia, Toledo y Mallorca- se ha caracterizado por un alto nivel de calidad de las legumbres y de presentación.
El director del concurso, David Fernández-Prada, ha explicado que, sin embargo, el nivel del compango ha sido inferior al de ediciones anteriores, por lo que el jurado ha tenido algunas dificultades para decidir el ganador.
Los 26 finalistas fueron seleccionados de entre un centenar de establecimientos de hostelería de Asturias, Islas Baleares, Málaga, Murcia, Valencia, Toledo, Ciudad Real, Granada, Barcelona, Madrid, Alicante, A Coruña y Bruselas.
La participación de restaurantes, mesones y casa de comidas de fuera de Asturias es cada vez mayor y sus fabadas «son cada vez mejores», por lo que «no sería extraño» que en poco tiempo puedan alzarse con el primer premio, ha afirmado Fernández-Prada.
La elaboración de una buena fabada no solo requiere ingredientes de excelente calidad sino también una buena dosis de paciencia y cariño.
Este plato se cocina a fuego muy lento durante varias horas durante las cuales no hay que remover sino agitar levemente la cacerola y añadir agua fría de vez en cuando en un procedimiento que se denomina «asustar las fabas».
Otro de los elementos de vital importancia es la calidad del agua, por lo que algunos cocineros utilizan agua mineral, según ha afirmado el presidente del jurado, Pedro Morán.
La fabada, un plato típico de la gastronomía asturiana de origen incierto, va ganando adeptos fuera de la región y cada vez más forma parte de las cartas de establecimientos de España, e incluso de algunos países de Iberoamérica.
Existen distintas teorías sobre el origen de este plato, ya que algunos consideran que la primera fabada pudo haberse cocinado en el siglo XVIII mientras otros creen que fue en la Edad Media.
Los primeros están convencidos que la fabada es una simplificación del pote asturiano, que además de fabas y carne incluye patatas y verduras.
Otros, en cambio, creen que se inspiró de un cocido francés que llegó al norte de España llevado por los peregrinos del Camino de Santiago.
Lo cierto es que la fabada hoy, cuanto menos, es conocida en todo el mundo de habla hispana y se sirve en establecimientos de prestigio de toda España, ha indicado Fernández-Prada.
Juan González