Según datos de la consultora Gametrak para la Asociación Española de Videojuegos (AEVI), los 16 millones de usuarios españoles de videojuegos son un grupo «absolutamente trasversal», con edades comprendidas entre los 6 y los 64 años y que dedican una media de 6,2 horas a la semana de juego.
«Además de un producto de entretenimiento, está cada vez más reconocido entre los españoles como un instrumento elemental en la nueva etapa de revolución sanitaria, cultural, educativa y empresarial», explica el director general de AEVI, José María Moreno, en una comunicado con motivo del día mundial, que tiene origen apócrifo y que varía según el país.
La industria del videojuego facturó el año pasado en España 1.530 millones de euros, un 13 por ciento más que en 2017 y ha experimentado un crecimiento sostenido desde hace años: «La industria pasa por un buen momento con un crecimiento continuado», añade.
Pese a las buenas cifras que acompañan la marcha del sector, sobre él planea el estigma que lo asocia a la violencia y el uso adictivo.
Según un estudio de la empresa Qustodio, un aplicación de control parental para dispositivos móviles, el 80 por ciento de los videojuegos más utilizados por los menores de 14 años tienen algún tipo de contenido violento. Los jugadores de esta franja de edad suponen el 19 por ciento del total de la comunidad de «gamers».
De los datos extraídos por la aplicación de control, los diez videojuegos preferidos por los jugadores más jóvenes están encabezados por «Brawl Stars», «Fortnite» y «Roblox». De los díez títulos más populares, solo dos no tienen contenido violento: «Pokémon GO» y «FIFA».
Tras el último tiroteo en Ohio y Texas que dejó 32 muertos y decenas de heridos, el presidente estadounidense, Donald Trump, acusó a los videojuegos de «glorificar la violencia», lo que generó la caída en bolsa de las principales compañías cotizadas en Wall Street.
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