¿Quién manda en el Vaticano tras la muerte del papa Francisco?
Durante la Sede Vacante, el camarlengo asume el control administrativo, pero con poderes limitados hasta el nuevo cónclave
La muerte del papa Francisco marca el inicio de una etapa excepcional en la Iglesia católica: la Sede Vacante. Este periodo comienza en el mismo instante en que fallece el pontífice y se extiende hasta la elección de su sucesor. Pero, ¿quién dirige el Vaticano durante estos días clave? La respuesta está en el protocolo establecido por siglos de tradición y reafirmado por la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis.
El camarlengo: administrador del Vaticano en ausencia de papa
En ausencia del papa, el liderazgo temporal de la Santa Sede recae sobre una figura poco conocida fuera del ámbito eclesial: el camarlengo. Actualmente, este cargo lo ocupa el cardenal Kevin Joseph Farrel, designado por el propio Francisco.
El camarlengo se convierte en el responsable de la administración ordinaria del Vaticano. Esto incluye la supervisión de los bienes y finanzas del Estado pontificio, así como la coordinación logística del funeral, el luto oficial y la preparación del próximo cónclave.
Sin embargo, su poder no es absoluto. No puede nombrar obispos, promulgar leyes, ni intervenir en cuestiones doctrinales. La Iglesia queda en modo de pausa: todo queda en suspenso hasta la elección de un nuevo papa.
El Colegio de Cardenales, en funciones limitadas
Durante la Sede Vacante, el Colegio de Cardenales —que agrupa a todos los cardenales del mundo, con o sin derecho a voto en el cónclave— se convierte en el órgano consultivo principal. Se reúnen diariamente en las llamadas congregaciones generales para preparar el proceso de sucesión y gestionar los asuntos urgentes.
Sin embargo, al igual que el camarlengo, los cardenales tienen prohibido tomar decisiones que puedan condicionar el futuro del nuevo papa. No pueden legislar, ni iniciar reformas, ni intervenir en el gobierno de la Iglesia universal. Su función se limita a garantizar que la transición se desarrolle conforme a las normas establecidas.
¿Qué ocurre con el resto del aparato vaticano?
Las funciones de la Curia Romana se suspenden automáticamente
Una de las disposiciones más relevantes de la Sede Vacante es la suspensión automática del mandato de todos los prefectos y responsables de los dicasterios del Vaticano (ministerios de la Curia Romana). Solo permanecen activos, además del camarlengo, el Penitenciario Mayor —encargado de los asuntos del fuero interno— y el vicario de Roma, que sigue gestionando la diócesis local.
El objetivo es garantizar que nadie interfiera en la elección del nuevo pontífice ni condicione con decisiones importantes el futuro inmediato de la Iglesia.
Sin declaraciones públicas ni protagonismo
Durante este periodo, los cardenales están llamados a guardar silencio y evitar toda exposición pública que pueda interpretarse como campaña. Las reglas del cónclave prohíben expresamente la promoción de candidaturas y la formación de bloques de presión.
El ambiente dentro del Vaticano se caracteriza por la sobriedad, el respeto al papa fallecido y la discreción. Solo el camarlengo, en calidad de responsable administrativo, puede emitir declaraciones oficiales hasta que se elija al nuevo sucesor de Pedro.
El gobierno de la Iglesia católica durante la Sede Vacante no está en manos de una sola persona con plenos poderes. Se trata de un sistema colegiado, limitado por el deber de respeto al próximo pontífice y orientado a mantener la estabilidad interna. Así, el Vaticano transita estos días entre el duelo por la pérdida del papa Francisco y la espera silenciosa por su sucesor.