Los algoritmos están omnipresentes en la vida de la mayor parte de las personas. Se encargan de personalizar el contenido que cada usuario ve en redes sociales, de recomendar series o películas en los servicios de streaming, e incluso inciden en las decisiones financieras económicas a nivel individual y colectivo.
Del algoritmo a la economía algorítmica
El algoritmo es una secuencia finita de instrucciones bien definidas, que han sido diseñadas para resolver un problema o realizar una tarea específica. El esquema sería algo similar a: “Si ocurre A, entonces pasa B”.
Por ejemplo, cuando el algoritmo opera en redes sociales, gestiona el contenido que se le muestra al usuario. Si este se ha parado a ver un contenido relacionado con deporte, entonces se le va a mostrar más contenido y publicidad vinculada al mundo deportivo.
Los algoritmos están presentes en la tecnología de uso doméstico y profesional, y han evolucionado hasta lo que se conoce como economía algorítmica. Una disciplina que hace referencia a la integración de los algoritmos en los procesos económicos, permitiendo una toma de decisiones más eficiente y precisa.
Decisiones económicas como comprar una casa o seleccionar un plan de pensiones están cada vez más influenciadas por los algoritmos, que se encargan de analizar grandes cantidades de información y ofrecer recomendaciones personalizadas.
Los algoritmos en el sector financiero y el crédito
Se han convertido en algo esencial en la gestión de inversiones y la negociación de activos, y un claro ejemplo de ello son los “bots” de trading, que analizan mercados y son capaces de ejecutar órdenes de compra y venta en apenas unos segundos, mucho más rápido de lo que lo haría un ser humano.
También tienen una importancia creciente en la evaluación de la solvencia de personas y empresas que solicitan un préstamo. Los bancos utilizan ya esta herramienta para analizar el historial crediticio, los ingresos y otros datos relevantes de los solicitantes, y tomar así sus decisiones sobre la aprobación de préstamos.
Los algoritmos y su influencia en las compras
A un nivel más doméstico, los algoritmos tienen un impacto directo en el consumo de los hogares. Se encargan de personalizar la experiencia de compra, mostrando artículos que se ajustan a las preferencias de los consumidores, lo que incrementa la posibilidad de que se produzcan compras por impulso.
Cuando un consumidor accede a una tienda online y escoge un producto, inmediatamente se le muestran otros que pueden estar relacionados. Esta técnica de ventas conocida como cross-selling consigue aumentar el ticket de compra de la mayoría de los consumidores.
Por ejemplo, si una persona accede a un comercio electrónico y selecciona un vestido, el algoritmo le muestra complementos como zapatos y bolsos que combinan bien con la prenda elegida. Como resultado, existe una alta probabilidad de que ese consumidor acabe comprando algo más que el vestido que iba buscando en un primer momento.
Los algoritmos también son capaces de crear un sentido de urgencia y escasez, indicando que quedan pocas unidades del artículo que se está viendo, o que la oferta solo está disponible por un tiempo limitado. Esto crea una presión sobre el consumidor que le lleva a realizar una compra impulsiva.
Riesgos y desafíos de la economía algorítmica
Los algoritmos aplicados al campo de la economía doméstica pueden resultar beneficiosos en unos casos y plantear desafíos en otros. Porque la falta de transparencia en cuanto a su diseño impide saber si se han aplicado en ellos parámetros que pueden llevar a los consumidores a tomar decisiones sesgadas o injustas.
También es importante mejorar la educación y la concienciación pública respecto a este tema, de forma que los consumidores sean conscientes de cómo sus decisiones económicas se están viendo influenciadas por la tecnología.
Cada vez existen más movimientos que abogan por que la ética y la equidad estén presentes en todos los algoritmos desarrollados. Quienes forman parte de esta corriente de pensamiento defienden que, dado que los algoritmos pueden influir en decisiones importantes, hay que asegurar que no están sesgados y no van a potenciar una decisión en detrimento de otra. Su finalidad debe ser aportar información, no inclinar la balanza hacia un lado u otro.