Carles Puigdemont, expresidente de la Generalitat, ha concedido una entrevista a TV3, en la que ha hablado por primera vez tras su visita a Barcelona y su retorno a Waterloo, Bélgica. Puigdemont esperaba poder hablar ante el Parlament, pero finalmente no fue posible, lo que les llevó a activar un «plan B».
En la entrevista, Puigdemont destacó que su reciente viaje a Cataluña sin ser arrestado es una prueba de varias cosas: «La primera, que nosotros tenemos capacidad para entrar y para salir, para desafiar a un Estado represor». Insistió en que su visita no tenía como fin entregarse, sino demostrar su firmeza: «Y que no nos rendimos, y que yo no he ido a entregarme», afirmó desde la Casa de la República en Waterloo. Además, explicó que, aunque el plan presentaba riesgos y él mismo pensaba que podía ser detenido, su éxito demuestra la determinación de sus objetivos.
Puigdemont mostró su inquietud por la actitud desafiante del poder judicial frente a las leyes sancionadas por el Parlamento, señalando: «Hay un tribunal que se está rebelando contra las leyes aprobadas por su parlamento. Eso no es aceptable. Eso no lo puede aceptar ningún Estado de derecho». En su opinión, su reciente acción ha servido para intensificar la denuncia sobre esta situación, y subrayó que «no queda ningún otro remedio que se aplique la ley de amnistía», que considera esencial que se implemente para garantizar que se pueda hacer política en un marco de normalidad.
Por otro lado, Puigdemont denunció en su cuenta de X la existencia de una segunda fase de la operación ‘jaula’, destinada a aislar y estigmatizar al movimiento independentista, presentándolo como un obstáculo para la nueva mayoría en el Parlament, formada por PSC, ERC y los Comuns. «Hay una operación ‘jaula’ en marcha. Es la segunda fase, que ya teníamos previsto igualmente en el caso que no fuera encarcelado», expresó. Según Puigdemont, esta narrativa busca «enjaular al independentismo» y despejar el camino para desmantelar cualquier reivindicación nacionalista.