El juicio a Luis Rubiales y a otros ex altos cargos de la Federación Española de Fútbol (RFEF) por el beso que el entonces presidente de la RFEF dio a Jenni Hermoso tras la final del Mundial de Australia y Nueva Zelanda en agosto de 2023 ha comenzado con una decisión del magistrado que ha marcado la estrategia de las defensas.
Para evitar la exposición mediática de sus defendidos (Rubiales, el exseleccionador Jorge Vilda, el que fuera responsable de Marketing de la Federación, Rubén Ribera, y el exdirector deportivo, Albert Luque), los abogados solicitaron que, en lugar de sentarse en el banquillo, pudieran sentarse junto a ellos, algo que el juez José Manuel Fernández-Prieto González aceptó.
El banquillo de los acusados se ha convertido en un símbolo de exposición pública y evitarlo era una de las prioridades de las defensas. Y más en un proceso como éste, que la Audiencia Nacional ha convertido en uno de los juicios más mediáticos de los últimos años, con sesiones que se retransmitirán en directo a través de su canal de YouTube y que serán seguidas minuto a minuto por los principales medios de comunicación.
Pero la estrategia de las defensas, sobre todo la de Albert Luque, que solicitó la posibilidad de que éste no asistiera a todas las sesiones del juicio, ha tenido un coste: la posibilidad de que Luque se ausentase de algunas de las sesiones ha quedado descartada, una concesión que sí se ha dado en otros procesos de larga duración celebrados en la Audiencia Nacional, como los mediáticos casos Nummaria, Gurtel, Camps, etc.
Y esta decisión del magistrado, que obliga a Albert Luque a asistir a todas las sesiones del juicio, ha representado un revés para su defensa.
Evitar la imagen del banquillo, una prioridad para la defensa
Desde el inicio del juicio, los abogados de los acusados plantearon una solicitud poco habitual: que sus representados no se sentaran en el banquillo de los acusados y, en su lugar, pudieran permanecer junto a ellos. El argumento principal fue que, de esta manera, podrían asistir a sus letrados en la elaboración de la estrategia de defensa en tiempo real, facilitando la comunicación sobre los hechos juzgados.
El magistrado accedió a la petición, evitando que Rubiales y el resto de procesados aparecieran en una posición que suele asociarse con la culpabilidad en la percepción pública. En un juicio de alto impacto mediático, en el que las imágenes se replican en redes sociales y medios digitales, la defensa entendía que esta medida podía mitigar el daño reputacional.
Sin embargo, esta concesión tuvo un efecto colateral. En las cuestiones previas, la defensa de Albert Luque solicitó ser dispensado de acudir a todas las sesiones del juicio, algo que en procedimientos complejos y prolongados es frecuente. La Audiencia Nacional ha permitido en otros casos que los acusados comparezcan únicamente en aquellas jornadas en las que su testimonio es esencial. Pero esta vez, el juez denegó la petición.
El peso de la ‘pena de telediario’ y el dilema de la exposición mediática
El concepto de ‘pena de telediario’ hace referencia a la exposición pública y mediática de los acusados antes de que se dicte sentencia. En este caso, el juicio no solo se emite en directo, sino que cada detalle es analizado por expertos y reproducido en titulares, redes sociales y tertulias. Evitar la ‘pena de banquillo’ fue una prioridad para la defensa, pero la decisión judicial demuestra que en un juicio tan mediático, las concesiones pueden tener un alto coste.
Luque, quien solicitó la dispensa de asistencia, deberá acudir a todas las sesiones. Su defensa esperaba que el juez siguiera el criterio aplicado en otros casos de la Audiencia Nacional, donde los acusados no están obligados a comparecer en jornadas en las que no participan activamente. Sin embargo, la negativa del magistrado refuerza el mensaje de que, en este proceso, las reglas del juego no son las habituales.
Para los acusados, esto significa un desgaste adicional. La asistencia diaria a las sesiones implica una sobreexposición mediática constante. Cada gesto, reacción o comentario puede ser captado por las cámaras y analizado al detalle. La estrategia de evitar el banquillo ha funcionado parcialmente, pero no ha logrado reducir la presencia de los acusados en la sala de vistas.
Un juicio con impacto social y mediático
El caso Rubiales ha trascendido lo meramente judicial. Se ha convertido en un símbolo del debate sobre los límites del consentimiento y la cultura del abuso de poder en el deporte. La presencia de los acusados en el juicio, la estrategia de sus defensas y cada una de las decisiones judiciales son analizadas con lupa en un contexto donde la opinión pública juega un papel clave.
El hecho de que el juicio se emita en directo refuerza su impacto. No es solo una cuestión legal, sino también de imagen. Para los acusados, cada comparecencia es una exposición al escrutinio de la sociedad. En este escenario, las estrategias defensivas no solo buscan la absolución, sino también minimizar el daño reputacional.
La decisión del juez marca un precedente. La defensa logró evitar el banquillo, pero la consecuencia fue que Albert Luque no podrá ausentarse del juicio. Se trata de un recordatorio de que, en un proceso de esta magnitud, cada movimiento tiene repercusiones. El precio de evitar una imagen puede ser la obligación de estar presente en cada sesión, asumiendo el impacto mediático día tras día.
Este juicio no solo determinará la responsabilidad penal de los acusados, sino que también dejará lecciones sobre cómo la justicia y la comunicación pública interactúan en la era digital. La estrategia de las defensas ha logrado un objetivo parcial, pero a costa de una mayor exposición de sus clientes. La ‘pena de banquillo’ ha sido esquivada, pero el precio ha sido alto.
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