El turismo en España se ha convertido en motivo de tensión. El «sobreturismo» y el modelo turístico son los problemas de fondo para los residentes y grupos activistas. Las consecuencias son un mercado inmobiliario al que los residentes no pueden acceder, el desalojo de residentes de sus barrios debido a los precios y el cierre de negocios locales. No se dirigen al nivel individual de los turistas, es el modelo económico más amplio el que cuestionan.
Manifestaciones en las Islas Canarias, Baleares, Málaga y Barcelona
En abril de 2024 hubo una manifestación masiva contra el turismo en Canarias donde proclamaban que la región «no se vende». En las protestas participaron unas 57.000 personas.
Del mismo modo, en el mes de mayo, Palma de Mallorca vivió también protestas. La última campaña de Mallorca «Menys Turisme, Més Vida» organizó una protesta el 21 de julio con la colaboración de las cuatro Islas Baleares. Participaron 10.000 residentes en Mallorca y en una de las pancartas se leía «Sí al turismo, pero no así». El movimiento afirma que esto es sólo el principio de las protestas.
A finales de junio, 15.000 manifestantes contra el turismo salieron a la calle en Málaga bajo la pancarta «Málaga para vivir, no para sobrevivir». Argumentan que Málaga se ha inundado de Airbnbs y que, por tanto, los veraneantes se alojan en lugares que antes eran las casas de los lugareños.
Asimismo, en Barcelona, el sábado 6 de julio de 2024, unos 2.800 manifestantes contrarios al turismo marcharon por toda la ciudad. La manifestación se organizó a gran escala con la colaboración de 180 organizaciones locales en la preparación de la manifestación y estuvo liderada por la Assemblea de Barris pel Decreixement Turistic (ABDT). Las protestas de Barcelona se extendieron por las redes sociales después de que algunos manifestantes rociaran a turistas con pistolas de agua. A pesar de ello, el alcalde, Jaume Collboni, dijo que este comportamiento no representaba la actitud de la ciudad hacia los visitantes y que eran bienvenidos.
Los motivos del activismo
El activismo está impulsado por las crecientes luchas relacionadas con el acceso a una vivienda asequible en determinadas regiones populares entre los turistas. De ahí que los barrios de estas regiones sean cada vez menos asequibles para la población local. También está creando un cambio cultural que gentrifica la cultura de zonas y ciudades.
En las Islas Canarias, las protestas de abril estuvieron encabezadas por 20 grupos de activistas que consideran que el modelo turístico está teniendo consecuencias devastadoras para los residentes y perjudica al medio ambiente. Entre sus reivindicaciones figuran la limitación del número de visitantes, una ecotasa y la reducción de la venta de viviendas a no residentes.
Esta situación coincide con la de Barcelona. En Barcelona, la oposición se debe a la fuerte subida del precio de la vivienda, que los barceloneses tienen dificultades para pagar. Las viviendas y apartamentos para turistas están afectando negativamente al mercado inmobiliario, lo que significa que el coste de comprar una casa en Barcelona ha aumentado un 38% en la última década. El alcalde ha dicho que se prohibirán más de 10.000 alquileres de apartamentos turísticos de aquí a 2028 para intentar resolver parte del problema.
El turismo como factor clave de la economía española
Las protestas ponen de manifiesto la necesidad de un equilibrio entre la dependencia que España tiene del turismo y las reivindicaciones tangibles de los manifestantes. Para Baleares, Canarias y Barcelona, el sector turístico representa respectivamente el 45%, el 36% y el 15% de su producto interior bruto. Los argumentos son que la regulación del sector turístico va más allá del ámbito de las autoridades locales y que es necesaria la intervención del gobierno estatal para que el problema no se agrave aún más.
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