viernes, noviembre 22, 2024
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El asesinato de Grégory Villemin podría resolverse 32 años después

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En la tarde del 16 de octubre de 1984, Grégory Villemin, un pequeño de cuatro años de edad, jugaba tranquilamente en el jardín de su casa ubicada en un pueblo al noroeste de Francia. El teléfono de la casa, en cuyo interior se encontraban sus padres, sonó a las 17:35: «He raptado a su hijo. Lo he arrojado al río», sentenció al otro lado de la línea una voz desconocida. Inmediatamente después, Jean-Marie y Christine, los padre del pequeño, comenzaron a buscarle por toda la casa tras comprobar que, efectivamente, Grégory no se encontraba en el jardín. Su cadáver, atado de pies y manos, apareció unas horas después en el río Vologne. A partir de ese momento, sus padres y toda Francia se preguntaron quién habría podido matar al pequeño. Tras 32 años de misterio, la policía francesa puede haber puesto punto y final a uno de los casos que más han conmocionado al país galo. 

En las últimas semanas, la investigación ha dado un giro de 360 grados con la detención de los tíos-abuelos del pequeño asesinado, Marcel y Jacqueline, según ha informado el diario francés 'l'Est Republican'. Ambos han sido acusados del secuestro y el asesinato de Grégory tras cotejar unas muestras de ADN que hace 30 era imposible realizar. 

El interés mediático por el crimen de Grégory Villemin aumentó al día siguiente del asesinato, cuando los padres recibieron una carta anónima con dos frases: «Tu hijo está muerto. Me he vengado». Como si de una película se tratara, los mensajes, firmados por 'El Cuervo' continuaron llegando a la casa de los padres hasta doce cartas después, estas dejaron de llegar. 

La investigación continuó día tras día pero las autoridades francesas vieron cada vez más complicado encontrar al 'Cuervo', Sin embargo, pasado un mes, el primo de Jean-Marie, Bernard Laroche, fue detenido cuando su cuñada, Muriel Bolle, testificó contra él. El caso parecía resuelto hasta que un año después, en 1985, esta cambió su declaración por lo que Laroche fue puesto en libertad. Semanas después de conocerse la noticia de la liberación de este, el padre de Grégory decidió asesinarle de un disparo en la sien. Jean-Marie fue condenado a cinco años de prisión.

Unos años después, el caso volvió a dar un giro inesperado tras la detención Christine Villemin, la madre de Grégory, como la presunta autora de los anónimos, después de que los grafólogos encontraran varias coincidencias en estos escritos. Finalmente, en 1993, ésta fue declarada no culpable ante la «ausencia total de pruebas». Los progenitores del pequeño fueron indemnizados años después con 35.000 euros tras comprobar que durante la investigación se cometieron tanto delitos policiales como judiciales.

En los últimos 15 años, el caso de Grégory se ha reabierto en varias ocasiones tras analizar más de 400 muestras de análisis de ADN e interrogar a más de un centenar de testigos. Sin embargo, hasta ahora, nada ha servido para esclarecer quién o quiénes asesinaron al pequeño de la familia Villemin.

Recientemente, la policía ha detenido a varios familiares relacionados con la desaparición y el crimen: Marcel y Jacqueline Jacob, y Ginette Villemin, cuñada de Jean-Marie. Además, en los últimos días los agentes también se trasladaron a la vivienda en la que residen Monique y Albert Villemin, los abuelos de Grégory, donde fueron interrogados. La gran actividad que han realizado las actividades francesas podría poner fin a uno de los casos más mediáticos que ha vivido Francia y confirmar la primera hipótesis con la que trabajaron hace 32 años: el asesinato de Grégory fue consecuencia de una confabulación familiar como castigo a Jean-Marie.

Andrea Morea

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