La Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha tomado una postura firme ante las acusaciones de Israel sobre la participación de empleados de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Medio (UNRWA) en el ataque de Hamás del 7 de octubre. El Secretario General de la ONU, António Guterres, afirmó: «Cualquier empleado de la ONU involucrado en actos de terrorismo deberá rendir cuentas, incluso mediante un proceso penal. La Secretaría está dispuesta a cooperar con la autoridad competente capaz de procesar a las personas de conformidad con los procedimientos normales».
La UNRWA ha despedido a nueve de las doce personas implicadas, según ha informado el propio Comisionado General de la agencia, Philippe Lazzarini. Además, Guterres reveló: «De las doce personas involucradas, nueve han sido inmediatamente identificadas y despedidas… se confirma la muerte de uno y se está aclarando la identidad de los otros dos».
Esta situación ha provocado una reacción en cadena a nivel internacional, con diez países –incluyendo Estados Unidos, Reino Unido y Alemania– retirando su apoyo económico a la UNRWA. A pesar de esto, Guterres ha hecho un llamamiento a estos países, instando a «garantizar la continuidad de las operaciones de la UNRWA» y subrayando que los trabajadores no implicados «no deberían ser penalizados».
Mientras tanto, Hamás niega cualquier colaboración del personal de la UNRWA con su organización, y la Autoridad Nacional Palestina (ANP) expresa sorpresa ante las acusaciones de Israel. En contraposición, Irán sugiere que los países occidentales deberían cesar su ayuda armamentística a Israel, y la Liga Árabe pide una reconsideración de la suspensión de fondos a la UNRWA.
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ha agradecido a los países su respuesta, mientras continúa la ofensiva militar en Gaza, centrada ahora en desmantelar lo que se describe como infraestructura «terrorista» de Hamás. Esta serie de eventos se desencadena tras el devastador ataque de Hamás del 7 de octubre, que dejó un saldo de 1.200 muertos en Israel y desató un conflicto que ya dura más de cuatro meses. Las consecuencias en Gaza son aún más graves, con más de 26.000 muertos y 64.000 heridos, según el Ministerio de Sanidad de la Franja.