Irresponsables Trump y Sánchez
Wall Street perdiendo miles de millones. Países soberanos planteándose no exportar a los Estados Unidos. Indocumentados acercándose a China de manera incondicional como si el gigante asiático fuera el líder democrático del planeta. Y todos los países del mundo preparándose para una recesión internacional y un empobrecimiento colectivo.
Todas estas y más, son las consecuencias de la nueva política internacional decretada por Trump caracterizada por terminar con el Mercado Libre mundial y la vuelta al anticuado proteccionismo de comienzos del siglo XX, y todo ello protagonizado por el país que hasta ahora siempre había sido el adalid de las libertades en el mundo y el país cuyos valores democráticos eran la luz ante la oscuridad de las políticas y valores dictatoriales que transmitía la Unión Soviética.
El anuncio de la imposición de aranceles masivos en el mal llamado “Día de la Liberación” nada bueno ha traído ni a nivel global ni a nivel nacional en nuestro país.
Si lo que pretendía Trump con ello era “armarse” de argumentos y de fuerza ante China, su gran rival en el mundo, esta nueva política ya ha resultado un fracaso, pues China contempla como países democráticos se acercan a su órbita de influencia.
Se sabía que a Trump le dan absolutamente igual los ucranianos agredidos e invadidos, o los palestinos e israelíes, por no hablar de la para él decadente Europa, pero el salto al vacío que ha dado es muy peligroso, en primer lugar, para sus nacionales.
Evidentemente China domina la deuda mundial (mucha de la deuda americana está en sus manos) y posee un ejército poderoso y muy numeroso, pero donde siempre ha trabajado la diplomacia, Trump ha decidido que es el momento de que “le besen el culo” (otra expresión sutil) quienes quieran su visto bueno.
Y será una guerra comercial lo que ahora ha comenzado, pero como en todas las guerras, estas se saben cómo empiezan, pero no cómo acaban.
Mientras tanto, Europa como siempre, a la velocidad de elefante que le caracteriza, está reorganizando su política de cara a Estados Unidos. Evidentemente llegan tiempos en que Europa debe tender hacia la autosuficiencia militar y económica, pero para ello no debe romper con Estados Unidos, pues nos guste Trump o no, entre las dos grandes potencias, siempre es mejor estar en el lado americano que en el chino.
Esto parecen entenderlo todos los líderes europeos, excepto Sánchez, por desgracia, una vez más.
Cuando la situación requiere de diplomacia y política “fina”, Sánchez se autoerige como el líder europeo anti Trump y proChina sin encomendarse ni a Dios ni al diablo, y va a visitar al nuevo emperador chino por segunda vez en un año, en una maniobra más osada que atrevida, más inconsciente y peligrosa que responsable. Es más, muy peligrosa.
Desde luego esta nueva faceta de Sánchez encaja muy bien en el relato fabricado por él y su equipo de ser el líder antifascista del mundo, el Cid Campeador que lucha contra la ultraderecha española y mundial. Pero es una vez más la demostración de su cortoplacismo irresponsable, el mismo que condena en su deriva autocrática de invasión de las instituciones a más de la mitad de los españoles al exilio interior, mientras Junts, ERC o Bildu son sus socios y quienes marcan la agenda española.
Lo peor de este caso, además, es que le puede favorecer a los ojos de la opinión pública española. Frente a un Vox, socio de Trump, de sus aranceles contra el campo español, y de toda la ultraderecha europea con el Orban pro-Putin a la cabeza, Sánchez pretende representar los valores europeístas… En definitiva, como en estos últimos tiempos sucede, Vox sigue trabajando para Sánchez.
Y si además quien le hace de lobby nada desinteresado en el asunto, al igual que en el caso de Venezuela, es el siniestro Zapatero, pues sinceramente no es osado decir que esto no puede acabar bien para Sánchez. Y lo peor como siempre, es que en el coche que conduce Sánchez, como en la película de Thelma y Louise, vamos todos los españoles.