Tercera entrega del Relato de una invasión, la crónica en vídeo de la guerra de Ucrania, desde el terreno, de la mano de la enviada especial María Senovilla. Esta semana entramos en las trincheras del Dombás, a unos pocos cientos de metros de las posiciones rusas, para ver cómo es la vida en primera línea de combate.
María Senovilla (Ucrania)
El frente de combate de Vuhledar se ha convertido en una piedra en el zapato del Kremlin. El Ejército ruso no consigue avanzar desde hace meses en esta posición del Dombás, cercana a la ciudad de Donetsk. Al mismo tiempo, la situación en Bakhmut parece estar congelada, y los mercenarios rusos de Wagner tampoco logran conquistar esta ciudad.
En un intento de ofrecer alguna victoria a la opinión pública, la Federación Rusa ha enviado más tropas hasta Vuhledar, para intentar avanzar por este flanco. En estos momentos la proporción de fuerzas en el frente de combate de Vuhledar es de 20 a 1. Pero a pesar de ello, los soldados ucranianos se mantienen en su puesto, en las trincheras.
Están sometidos al fuego continuo de la artillería rusa y vigilados, además, por sus drones (capaces de proporcionar las coordenadas exactas de un objetivo sobre el cual efectuar un ataque).
La vida en las trincheras de primera línea es tan dura como cabe imaginar, pero el Gobierno de Zelensky necesita mantener estas posiciones a cualquier precio. Necesita tiempo para preparar la ofensiva de primavera e intentar recuperar los territorios ocupados por Putin. Por eso el papel que juegan estos soldados (que en algunos casos son voluntarios, y no cobran) es crucial ahora mismo.
La guerra de Ucrania, a día de hoy, se está librando en el Dombás (donde el conflicto armado comenzó en 2014, y no da tregua a su población). Aquí se puede decidir el futuro del país en las próximas semanas.