La cultura, en todas sus formas, es un derecho fundamental que debe ser accesible para todos, sin excepciones. La música, como una de las expresiones culturales más universales, tiene el poder de unir a las personas, trascendiendo las barreras lingüísticas, geográficas y sociales.
Sin embargo, los recientes conciertos de Taylor Swift en Lisboa y Madrid han puesto en evidencia graves problemas de accesibilidad para las personas con movilidad reducida, a pesar de lo establecido en el artículo 6 de la Ley de Espectáculos Públicos.
Lamentable organización de Last Tour para las personas con movilidad reducida
Clara Blanco, una joven de 19 años con una discapacidad reconocida del 68% y movilidad reducida, nos ha hecho llegar una carta a Estrella Digital donde denuncia las condiciones indignantes y discriminatorias a las que se vio sometida en el concierto de Taylor Swift en Lisboa. Clara, una ferviente admiradora de la artista, había comprado dos entradas hace meses, acreditando su discapacidad y la necesidad de un acompañante para acudir al concierto en la zona reservada para personas con movilidad reducida (PMR).
Desde el inicio, la experiencia se vio empañada por una organización deficiente. Para acceder a la zona PMR, las dos amigas tuvieron que recorrer cientos de metros sin recibir asistencia en el último tramo, dejando a Clara en una situación de vulnerabilidad. Al llegar, se encontraron con un espacio mal diseñado que no permitía la visibilidad adecuada cuando las personas de delante se ponían de pie, y una baja cornisa del techo que también obstruía la visión.
Lo más grave ocurrió cuando descubrieron que solo había un asiento disponible para ellas, a pesar de haber pagado dos entradas. Al intentar resolver el problema con la organización, la respuesta fue que solo se reservaba una plaza para personas con movilidad reducida y su acompañante, bajo el criterio erróneo de que todas las personas con movilidad reducida utilizan silla de ruedas. Esto obligó a Anxela a pasar ocho horas sentada en el suelo de hormigón, sin que la organización ofreciera una solución adecuada.
Tras el concierto, Clara comunicó estos hechos discriminatorios a la empresa organizadora (Last Tour) y a la entidad emisora de las entradas (See Tickets), sin obtener respuesta alguna. Previamente, ya habían enfrentado problemas cuando la empresa asignó a su acompañante un día diferente al del concierto, lo que generó un importante trastorno para ambas.
«Sorprende que los mensajes de las canciones y posicionamientos públicos de integración de Taylor Swift no se correspondan con el trato dado a sus fans con movilidad reducida en sus conciertos«, apunta Clara Blanco.
La discriminación denunciada por Clara no es única. Laura, una fan de Burgos, también reportó condiciones discriminatorias en el estadio Bernabéu, donde la zona PMR ofrecía una visión parcialmente obstruida y estaba ubicada al fondo del recinto. Estas situaciones violan el artículo 6 de la Ley de Espectáculos Públicos, que exige a los locales y establecimientos cumplir con la Ley de Promoción de la Accesibilidad y Supresión de las Barreras Arquitectónicas para garantizar el “disfrute real del espectáculo por parte de los minusválidos”.
“Es aberrante que relacionen únicamente las dificultades motoras con el uso de silla de ruedas y que dejen a personas que pagan su entrada sin asiento, es insultante que se reserven los peores espacios para zonas PMR, es indignante que no se garanticen unas mínimas condiciones de accesibilidad al recinto y que no se atiendan nuestras lógicas y razonables demandas ‘in situ’”, manifiesta Clara.
¿Tenemos todos los mismos derechos?
En contraste con la organización insensible y capacitista ofrecida a las personas de movilidad reducida, una usuaria de TikTok ha compartido una experiencia que nos hace reflexionar acerca de varios interrogantes. ¿Tenemos todos los mismos derechos? ¿Por qué no se trabaja en buscar soluciones de manera igualitaria para todos?
Esta fan, que asistió al concierto de Taylor Swift en Lisboa, compró varias entradas ubicadas en la grada baja. Al llegar al recinto, descubrió que el techo cortaba parte de la visión, a pesar de que la entrada no especificaba que fuera de visión obstruida. Según relata en su vídeo, la promotora del evento solucionó el problema inmediatamente, ofreciendo tanto a su grupo como otras fans que se unieron a la queja un asiento en el sector de al lado.
Por ello, es crucial que la sociedad tome conciencia y mentalice sobre la importancia de la igualdad de derechos. Los hechos denunciados en estos conciertos son graves y merecen atención. La discriminación en eventos de gran repercusión alcanza una gravedad mayor y debe ser abordada con urgencia. Las organizaciones responsables deben dar explicaciones y tomar medidas correctivas para garantizar que todos los asistentes puedan disfrutar de la cultura en igualdad de condiciones.
Es hora de dar visibilidad a estos problemas y exigir un cambio significativo para que la cultura y la música sean realmente accesibles para todos, sin excepciones ni barreras.